Gonzalo Arbeo Ugarte.32 años. Bilbao. Operador de cámara. Tú eres un veterano en esto de Pekín Express… Sí, este ha sido mi segundo Pekín. Has trabajado en muchos programas, ¿qué hace que Pekín Express sea tan especial para ti? Creo que lo que hace a Pekín Express especial es lo intenso que es, tanto para el equipo como para los concursantes ya que estamos 24 horas juntos en unas condiciones de vida especiales, por así decirlo. Tenemos la posibilidad de estar en contacto directo con la población de varios países, en zonas donde nunca habían visto occidentales antes. A mí personalmente me gusta la idea de tener que preparar una grabación en lugares que conocías pero sólo de oídas desde niños.
De todo lo bueno de Pekín, ¿con qué te quedas? El mejor momento es poder disfrutar de esos lugares con mis compañeros. Y ¿lo peor? No elegiría un momento en concreto. Lo peor es la sensación de que el físico no te da para más. Cuando estás agotado y sabes que te quedan 14 o 15 horas de trabajo por delante, eso es algo desalentador.
Eres un gran defensor de Pekín, ¿concursarías? No concursaría porque no me gusta la idea de estar al otro lado de la cámara pero me parece un programa muy limpio para los concursantes. Eres uno de los operadores de cámara que tuvo la suerte de realizar el ascenso al campamento del Annapurna, ¿cómo recuerdas tu trabajo a los pies del Himalaya? Durante la jornada de trekking la mayor complicación que tiene la grabación es que mi compañero y yo debíamos adelantar constantemente a los concursantes para poder grabarles la cara, corríamos un poco y les grabábamos dejándoles pasar, volvíamos a adelantarles y así durante todo el ascenso, acompañándoles a ratos a su ritmo para grabarles comentando la excursión, sus impresiones, si estaban cansados, etc.
Y ¿fue muy duro físicamente?, porque esos cambios de ritmo en la subida… Fue muy duro. Grabar, mirar por dónde vas y subir con 11kg de cámara. Llega un momento en el que sólo puedes darte ánimos a ti mismo porque mejor ni intentar hablar. Pero también es cierto que a medida que subías ibas dándote cuenta de que nos dirigíamos a una de las cumbres más altas del planeta aunque no fuésemos a subirla entera claro y eso es muy grande. También contribuía mucho el hecho de ir acompañados de verdaderos sherpas que si han hecho esas cumbres, verdaderas maquinas subiendo por el monte.
Y después, la llegada al campamento… Cuando llegamos al campamento grabamos como instalaban las tiendas y las impresiones de los concursantes sobre el lugar y pudimos al fin descansar de la jornada y disfrutar del lugar, cenamos, tertulia y a las tiendas, que las jornadas en Pekín Express se unen unas con otras y unas horas después comienza otra nueva y larga jornada. Tengo que decir que me quito el sombrero ante nuestros compañeros sherpas que nos hicieron una cena de restaurante, cerveza incluida a 3400 metros de altura, siempre nos han cuidado muy bien en todos los lugares, eso es lo que te llevas al fin y al cabo. Al día siguiente es cuando se pudo ver realmente el Annapurna y sus hermanos, porque estas montañas están constantemente rodeadas de nubes y la mejor hora suele ser al amanecer. Impresionante desayunar ante el Himalaya y ejercer tu trabajo allí, en mi caso, grabar ese momento.
Sobrevolar las cumbres esa mañana fue un regalo de esos que no quieres olvidar jamás… El viaje en helicóptero se podría parecer a cuando te montas en una montaña rusa, nervios, miedo, risas tontas, hasta que ya, al ver de cerca las montañas, todo el mundo se quedó en silencio. Supongo que al acordarse cada uno de su gente y porque poco se puede decir ante ese paisaje, simplemente sonríes. Un gran día en definitiva, mucho esfuerzo físico y descarga de adrenalina constante. Eso es Pekín Express. ¿Dónde estaremos mañana? No importa, porque todo es nuevo.