La ruta te espera I: El Himalaya
Nepal alberga un tercio de la cordillera del Himalaya y 10 de los 14 picos más elevados del mundo, con una altura superior a los 8000 metros. El Annapurna, cuyo nombre en sánscrito significa diosa de las cosechas, fue el primer “ochomil” alcanzado por el ser humano y el pico que dos afortunadas parejas de aventureros exploran durante este octavo episodio. Mariano Blas Remón (subdirector del programa)
ANOTACIONES DESDE LA CORDILLERA DEL HIMALAYA
“La salida de la etapa de hoy, la octava, ha sido dura. Fría y lluviosa. Los aventureros están cansados. El equipo tanto como ellos. Conociendo el recorrido de estos tres días, los últimos en Nepal, me siento bien. Sé que todos los disfrutaremos pero, mucho más los que tendremos la oportunidad de subir a las montañas. De la lluvia, en un viaje largo por carreteras llenas de fango, nos dirigimos a los pies del Annapurna. Comienza el ascenso. Intento llevar el ritmo de Fran y Merino y los Juanes. Nuestro médico, Dani, sube como los sherpas, muy cargado. Lleva todo lo necesario para atender cualquier urgencia derivada del mal de altura. En este rato hemos pasado del frío extremo a un calor pegajoso e intenso. Cuando llevamos veinte minutos subiendo escaleras interminables de piedra empiezo a ver doble. Me mareo. Intento aguantar pero definitivamente me tengo que parar. Los veo alejarse. Los aventureros suben. Yo me quedo y conmigo, el médico. La directora llega hasta nuestro punto. Eva me dice: “Tienes que subir”. No conoce un no por respuesta. Es una guerrera. Yo también pero en ese momento no sé dónde encontrar el aliento para recuperar las fuerzas. El médico me da líquidos y como algo. Voy encontrándome mejor. Recupero el color. Me ha dado una pájara en toda regla. Estoy débil pero sé que debo continuar. Me levanto sabiendo que me queda el noventa por ciento del camino por recorrer. Todo hacia arriba. Hacia el cielo. Rodeada por minúsculos y forzudos sherpas con chanclas intento pillar un ritmo constante. Llegamos a una primera parada para refrescarnos.
Cenamos después de los aventureros en una tienda grande a la luz de las velas. Los comensales somos Frank, Marijin, Gonzalo, Javier Llanos, Eva, Philipe, Dani y yo.
Todo está delicioso. Coliflor, judías, sopas, pasta, un pastel dulce de manzana. Los sherpas, antes pastores y ahora guías por el auge del montañismo, son excelentes cocineros. Gente generosa y sonriente. Una cena con velas en el Annapurna. Fuera se nos caen las estrellas. Dormiremos en tiendas. Eva y yo pasaremos la noche juntas para protegernos del peligro que no existe, de un miedo congénito a lo desconocido que nos dura exactamente veinte segundos, los que tardamos en sentir el silencio, la paz y el abrigo de la montaña.
El sol calienta el día y desayunamos juntos alrededor de un mantel de colores. El primer helicóptero llegará en media hora. Los niños vienen a despedirnos. Subimos. Empezamos a sobrevolar las cimas.
Somos tan felices. Todos en silencio. Sobrecogidos por la visión. ¿Cómo podremos regresar a la Gran Vía de Madrid sin que se nos caiga encima? Pekín Express es una manera de vivir, de soñar, de querer que todo cambie. Hoy al sobrevolar el Himalaya he pensado que todo, todo lo vivido hasta ahora, ha merecido la pena. Estar aquí es una razón para vivir”.