Cualquier elemento puede convertirse en un juego en La Ruta del Dragón. Horas de espera se convierten, como en este caso, en minutos de anotaciones con una tiza. Anotaciones sobre quiénes somos y adónde vamos y, también, hay que reconocerlo, lo payasos que podemos llegar a ser. Lo que hace el calor y los tiempos muertos.