Recuerdo el juego de inmunidad y siento el asfixiante calor de ese sol que calienta el café vietnamita. Los aventureros demostraron ser unos valientes que están en una forma física extraordinaria. No os podéis imaginar cómo pegaba. Los termómetros hervían. En los minutos previos al juego pude conocer a Hin, la hija de la dueña de la casa en cuya entrada colocamos la meta del juego. Hin nos abrió su hogar.