Nepal nos hará mejores
El alma de Pekín Express es su fuerza para transformar a quienes tienen la suerte de participar en la carrera. No es sólo el alma del programa sino, como directora de la carrera, lo que considero más importante. No os podéis imaginar cuánto y a qué velocidad cambian los aventureros con el paso de los días. Las condiciones extremas de esta ruta y su conocimiento sobre el programa (en la edición anterior experimentaron la novedad) hacen que todo sea mucho más fuerte. Todos mejoran, no sólo como competidores sino como personas. El mundo les enseña y nos enseña a todos los que los rodeamos que nuestra vida en España es muy afortunada. Allí, en La Ruta del Himalaya se acaba por imponer la humildad y el sentido común. No siempre les ocurre a todos lo mismo y al mismo tiempo. Unos se hacen carne de carrera desde el minuto uno, otros encuentran su camino un poco más adelante. Unos aprenden quiénes pueden ser muy pronto, otros acostumbrados a su propio molde tardan unos cientos de kilómetros más. Pero todos lo logran. Y os puedo asegurar que no es nada fácil. Desde casa, es sencillo pensar: ¿Por qué gritan? ¿Por qué lloran? ¿Por qué no se controlan? Nadie puede saber lo que es estar allí si no ha estado. Nadie puede saber lo que es sobrevivir sin dinero, sin comida y sin alojamiento si no lo ha experimentado. En cualquier caso, la actitud de cada uno de nuestros aventureros es su seña de identidad pero de una identidad que cambia y se transforma con los kilómetros. No os pido paciencia, os pido comprensión y vivencia. Os pido implicación y emoción. En el capítulo siete la carrera nos mostrará la mayor tensión vivida entre aventureros. No será fácil pero aunque mañana a las doce os cueste creerlo, pase lo que pase, nos hará a todos mejores. La carrera triunfará y su espíritu crecerá a lo largo de Nepal y a través de India hasta demostrar que en el alma de cada uno de nuestros aventureros hay un héroe de gran corazón.