María López estudió matemáticas “en parte por los genes”, dice, porque su abuelo, su tío, sus padres las estudiaron, pero también lo hizo un poco por rebeldía, nos confiesa, y es que en ese momento había muchas dudas sobre las salidas profesionales de las matemáticas aparte de ser profesor. De modo que tanto sus padres como sus profesores la animaban a estudiar otra carrera; no les hizo caso y no se arrepiente porque “es una disciplina preciosa que merece la pena para abrir la mente y resolver problemas”, asegura, y además ahora los matemáticos están muy valorados.
María nos sigue hablando de su formación porque hizo un doctorado en ingeniería informática sobre el “machine learning”, es decir, lo que las máquinas pueden o no pueden aprender. Estuvo en Estados Unidos, en Alemania, con el enriquecimiento que supone estar con investigadores de otros países, y después se dio cuenta de que para dar el salto a crear una empresa tenía que hacer un MBA.
En esta parte de la entrevista la cofundadora de BitBrain nos habla de los inicios de su empresa. Arrancaron a finales de 2010. Su socio y ella habían hecho un par de proyectos pioneros en neurociencia que tuvieron mucho éxito; no era para menos: uno era un robot teleoperado con el pensamiento y el otro una silla de ruedas que se controlaba con la mente. “Cuando los periodistas nos preguntaban por cuándo estos objetos serían una realidad nosotros pensábamos que ya lo harían otros, que nosotros estábamos en el mundo de la investigación, hasta que nos dimos cuenta de que nuestra investigación se podía quedar cogiendo polvo y nos decidimos a crear una empresa de neurotecnología”.
“Fue complejo”, confiesa, pasar de un mundo al otro y eso que contaron con un importante apoyo económico de la Comisión europea.
María López nos explica ahora que la neurociencia “es un campo muy amplio que estudia el sistema nervioso autónomo y el periférico”. Dentro de esto, la especialidad de BitBrain es colocar sensores en el cuerpo humano; sensores no invasivos como por ejemplo una diadema o una pulsera, y con ellos miden las reacciones fisiológicas: “cualquier respuesta emocional o cognitiva se produce en el cerebro y tiene reflejo en el cuerpo –explica–; puedes colocar sensores y con algoritmos bastante complejos saber qué siente la persona, qué está memorizando y qué no. Usas la neurotecnología para tener información objetiva y medible de las reacciones no conscientes de las personas, y esto tiene millones de aplicaciones”.
En BitBrain construyen sensores y cascos y los algoritmos para muchas aplicaciones. En el corto plazo para lo que más se usa, nos confiesa, es para temas de neuromarketing, para conocer al consumidor lo mejor posible porque se logran ver las reacciones no conscientes: “a veces un consumidor dice que compraría algo pero luego no lo hace y es porque hay reacciones no conscientes a cosas que hacen que un producto te genere rechazo”.
De todos modos, María nos explica que a esta tecnología aún le queda mucho por desarrollar y que su planteamiento ha sido estar ahí y hacerse imagen de marca para ser referencia cuando llegue el momento, un momento en el que, por ejemplo, Facebook logre leernos el cerebro para escribir a toda velocidad en las redes sociales.
Para estar siempre a la última y no quedarse atrás, en BitBrain están siempre en contacto con universidades y además sus productos están conectados a la nube y todos sus partners, que tienen en todo el mundo, les ayudan a adquirir más datos para construir los algoritmos más precisos.
Sobre los clientes de BitBrain, muchos son empresas de gran consumo. En el ámbito del neuromarketing hacen muchas investigaciones de mercado en las que a un grupo de voluntarios les colocan sensores y sin preguntarles nada miden, por ejemplo, su reacción ante un anuncio. Así puede ver si algún plano no gusta o si con un personaje no se conecta… También tienen como clientes a los departamentos de empresas industriales, por ejemplo, de automoción.
“En BitBrain no somos muchos pero los perfiles son de personas muy cualificadas”, afirma María López. Trabajan 25 personas, el 40% son doctores y los demás licenciados o ingenieros con un máster. “En el día de hoy es imposible saber de todo y por eso son muy importantes las colaboraciones”, explica, y nos cuenta que están en contacto con universidades, sicólogos o médicos para seguir innovando.
La cofundadora de BitBrain se muestra optimista sobre el futuro de la neurociencia y la inteligencia artificial “aunque ahora mismo nadie sabe cómo se va a desencadenar es muy probable que en diez años todos tengamos un casquito en casa para entrenar nuestras habilidades cognitivas”. El coche autónomo lo ve más cerca de lo que se pueda creer porque el sector de la automoción es de los que más está apostando en esta área.
En esta parte de la entrevista, María López nos habla de su preocupación ante la revolución tecnológica que se avecina: “Me da miedo –asegura– que nos dejemos llevar porque estamos ante tecnologías que pueden cambiar la naturaleza humana: imagina que conectamos nuestro cerebro a la nube… ya no seríamos humanos, sino una cosa rara… Me da miedo que nos dejemos llevar”, repite. Por eso pide una reflexión: que se divulgue, que se comuniquen todos los avances que está habiendo y se decida qué se quiere hacer con ellos.
En este cambio tecnológico María reflexiona sobre la posición de la mujer, porque si bien en España se está dando que empresas punteras son dirigidas por mujeres, en general, la presencia femenina en este sector es baja. Lo achaca a los estereotipos que asocian las ingenierías más con hombres que con mujeres, y aconseja a las jóvenes a no dejarse llevar por ellos.
Ponemos fin a la entrevista preguntando a María por sus sueños: “Me gustaría hacer la cosas bien, que la empresa crezca, sí, pero que aporte valor a la sociedad, que no nos equivoquemos. Me gustaría seguir reflexionando para no cometer ningún error en el uso de esta tecnología”.
Sobre su vida personal, María cree que el hecho de dirigir su propia empresa le permite lograr un equilibrio para atender a su familia y pasar tiempo de calidad con sus dos hijos, con los que adora viajar para que conozcan otras culturas; este año, por ejemplo, se fueron a la India con mochila y sin nuevas tecnologías.