Europa y competitividad global
La gran disrupción tecnológica está teniendo un efecto revolucionario y transformador en toda nuestra vida y en todas las actividades empresariales.
Internet ha roto cualquier frontera y facilita la internacionalización de las empresas.
Es este nuevo entorno más abierto, más global, el consumidor es el centro y todas las informaciones sobre su comportamiento, deseos, necesidades… son las cosas que más importan a las empresas.
Esta mayor atención al consumidor ha hecho que las llamadas Empresas Unicornios, es decir las tecnológicas más conocidas como las americanas Google-Facebook-Amazon-Apple etc.., hayan entendido que la relación que han sido capaz de construir con el consumidor y las muchísimas informaciones sobre él , podían ofrecerles la oportunidad de ampliar sus negocios prácticamente sin límites sectoriales!
Esta nueva estrategia mientras que amplía el mercado, crea una competición asimétrica entre las empresas “tradicionales” y las “nuevas”;
Las “nuevas” nacidas en el nuevo entorno tecnológico son ágiles y flexibles; las “tradicionales” son corpulentas, más rígidas y se enfrentan a su historia mientras que imaginan su futuro.
Esta asimetría en Europa es aún más evidente: a la libertad de acción, diría, total de los Unicornios, se contraponen unas dificultades estructurales y una excesiva regulación de las empresas tradicionales que les impiden aumentar sus tamaños y ser realmente globales y más eficientes.
Las dificultades estructurales están ligadas a un factor que tendría que ser la fortaleza de la Unión Europea es decir la diversidad cultural de los distintos países que la constituyen.
El gran patrimonio europeo de distintas historias, culturas, idiomas se reduce a un proteccionismo poco iluminado de los varios países de la Unión, a sus leyes particulares, a sus controles antitrust súper estrictos y muy sectoriales.
Estas dificultades hacen que las posibilidades para las empresas europeas de crecer y de consolidarse en la misma Europa son tan reducidas que tener un número adecuado de Compañías europeas que se pueden definir como verdaderamente globales no es nada fácil.
Una mayor homogeneización de las leyes mercantiles europeas es una de las claves pero también lo es una nueva concepción del control o del sistema antitrust.
Hablando de este último tendríamos que entender que el mundo ha evolucionado y también el negocio.
El consolidado sistema asiático de sus “conglomerados” es lo que más se acerca a la actual evolución del business.
En Japón, en Corea, y ahora también en China o en India, las empresas son “conglomerados” porque cubren contemporáneamente varios sectores. Exactamente lo que está pasando con las grandes empresas tecnológicas que empiezan a competir en varios sectores: el bancario, el audiovisual, los de las ventas de productos, la logística, las soluciones de movilidad etc.
Europa, si no quiere quedarse atrás, al revés si quiere hacer más grandes y más competitivas a sus empresas y a su economía, tiene que cambiar el paso y adaptar las leyes y los controles a un mundo que es nuevo y que es ya una realidad irrefrenable.