Cuando leo algo sobre deportes electrónicos en la prensa tradicional siempre encuentro llamativo que el tema más vistoso siempre es el mismo. ¿Cuánto se puede ganar? Datos que nos son irrelevantes o menos importantes con muchos otros deportes o profesiones. El deporte electrónico ya ha generado una maquinaria robusta que permite sostener a muchos profesionales en todo el mundo. Pero mi intención aquí no es reducirlo a la élite, pequeña, que se gana la vida con esto. Quiero responder a una pregunta más importante que la anterior, ¿cómo se llega a ser suficientemente bueno como para conseguirlo?
El jugador que quiere llegar a ser uno de los mejores no depende sólo de sí mismo. Necesita rodearse de los mejores. Tiene que ser capaz de aprender de sus errores y actualizarse con su práctica sumada a la de las personas con las que entrena. Tiene que entender las fases que puede pasar cualquier deportista, los momentos buenos y los malos, son normales y forman parte del crecimiento de cualquier individuo. Muchos perderán la paciencia por el camino, poniéndose trabas a sí mismos y alejándose de su objetivo principal. El 'progamer' necesita aprender a gestionar las crisis que encontrará en su camino a la victoria. Entender la derrota es en muchas ocasiones bastante más útil que ganar.
Pero los mejores también tienen otro tipo de necesidades. No solo dependen de su calidad, o de la de quienes les rodean. También necesita ayuda, medios para conseguirlo. Igual que se debe entrenar con los mejores, también hay que jugar contra los mejores, y sobre todo acostumbrarse a competir de forma regular. Es un trabajo duro y hace falta la figura de un club que ampare, guíe y subvencione al jugador. Antes que dinero un club debe aportar un mánager con la madurez necesaria para reconducir malas conductas y aportar visión táctica al equipo. Un club debe aportar estabilidad, sensación de seguridad y la tranquilidad de que el jugador tendrá cubiertas sus necesidades básicas para el entrenamiento y asistencia a las competiciones en las que merezca participar por su nivel.
Por supuesto todo esto tiene un coste, y muchos clubes están encontrando serias dificultades para tener independencia económica. Algunos de ellos hacen todo lo que pueden, vendiendo cada centímetro visible de las camisetas de los jugadores, pateando sin parar para mostrar su proyecto a los potenciales inversores o patrocinadores. Incluso muchos han tenido que regalar su imagen con tal de que una compañía analice el potencial de un espectáculo así. En los peores casos algunos clubes se han fundado con grandes promesas que se han desvanecido en meses o semanas.
Pese a todo, ningún dato induce al pesimismo en el deporte electrónico. Su avance sigue siendo espectacular en todo el mundo y también en España. Que estemos hablando de esto quiere decir que estamos relativamente avanzados frente a muchos otros países en los que es muy difícil encontrar algún tipo de estructura competitiva relacionada con los videojuegos. La oportunidad que se está abriendo en nuestro país ya ha sido descubierta por muchas grandes empresas. Esperemos que pronto lo que más les cueste sea conseguir el patrocinio de uno de estos clubes o jugadores.