Las claves para ser un gran jugador no sólo están relacionadas con las horas que se dediquen al juego. Os explicamos aquí algunas de las características de los mejores.
No son muchos los que consiguen unos ingresos importantes gracias a los deportes electrónicos. Al igual que ocurre en otros deportes, sólo las élites competitivas pueden presumir de sus ganancias gracias a las victorias en torneos, patrocinios personales y generación de contenidos. Evidentemente existe la sana práctica por el mero hecho de divertirse con la competición, pero siempre existen los que buscan estar entre los mejores.
Conseguir las cualidades que debe tener un jugador para alcanzar este nivel requiere un gran compromiso. Como primer requisito, no podía ser de otra manera, está el propio disfrute de un juego en particular. Es esta característica la que provoca que los mayores logros estén al alcance de unos pocos. Es necesario que el juego al que se va a dedicar un jugador le resulte francamente divertido. Esto provocará que investigue para mejorar su juego y se adapte a las últimas modificaciones para ser el primero en obtener ventaja de ellas.
Con la diversión llega la continuidad. Dedicar un rato cada día al juego es algo característico de los que quieren llegar lejos. Con esa continuidad llega la práctica, la mejora y la experiencia ante múltiples situaciones. Además el cuerpo consigue “memorizar” los movimientos para que no haya que pensar mucho a la hora de ejecutarlos.
Gracias a esto llega la maestría. Cuando se ha jugado lo suficiente como para afrontar con garantías todas las situaciones, hacerlo con rapidez y sin pensar en las teclas que hay pulsar, se consigue la evolución del jugador. A partir de ese momento se ha alcanzado el punto en el que a base de entrenamiento y preparación se puede optar a llegar lejos en los campeonatos.
Pero cuando se alcanza el máximo, es solo el principio del camino. La disciplina y la capacidad de adaptación son necesarias para no decaer y mantenerse en la cresta de la ola. No son pocos los jugadores que una vez han conseguido su meta se desinflan y no encuentran la motivación para seguir siendo competitivo. Es esto lo que diferencia a los grandes de las verdaderas leyendas.
En definitiva, un jugador competitivo es aquel que encuentra divertido el juego en el que compite. Aquel que busca mejorar cada día y que lo consigue porque disfruta haciéndolo. El límite de su calidad lo marcará al final su propio físico y los reflejos con los que cuente, además de su capacidad para mantener la sangre fría en los momentos clave y la constancia en el entrenamiento.
De todas maneras no es necesario obsesionarse con la grandeza de la competiciones. Somos muchos los que disfrutamos diariamente jugando por diversión y observando a los mejores para aprender de ellos y mejorar nuestro sin otro objetivo que entretenernos y seguir disfrutando con nuestros juegos favoritos.
Foto: HelloGam3r