¿Pueden realmente los deportes electrónicos llegar a ser olímpicos?
Hace poco conocíamos la noticia del ascenso de categoría otorgado por el Comité Olímpico coreano al deporte electrónico. Un “segundo nivel” que lo coloca a un paso de formar parte de una hipotética “olimpiada electrónica”. Más allá de lo que esto significa burocráticamente, es un paso más en el reconocimiento de esta disciplina como un deporte y no simplemente una competición.
Reconozcamos que ante la pregunta que encabeza este artículo podríamos responder con otra: ¿lo necesitan? Hay competiciones de alcance mundial que no precisan este reconocimiento para tener su público: deportes de motor, campeonatos de disciplinas autóctonas, juegos de cartas o el mismísimo fútbol americano.
Pero algo que distingue al deporte electrónico es, aunque pueda parecer chocante, su pureza. Desde la profunda inspiración en los reglamentos más estrictos del deporte tradicional, hasta el desarrollo de costumbres universales en los juegos de equipo, el deporte electrónico siempre ha contado con ese componente espiritual que fundó el olimpismo. Eso lo diferencia profundamente del ajedrez o la Fórmula 1: ni es posible ganar sin hacer ningún esfuerzo físico, ni la máquina hace la mayoría del trabajo.
Recordemos que para ser un jugador de élite es necesario estar en buena forma física y mental. La coordinación entre ojos y manos diferencia a los mejores. Al ajedrez seríamos capaces de jugar sin mover un dedo. Podríamos dictar con nuestra voz el siguiente movimiento o incluso con las nuevas tecnologías nos bastaría con pensarlo. Y en los deportes de motor es evidente que el piloto soporta extraordinarias cargas físicas, pero la velocidad y agarre son obra en gran parte de la máquina que conduce.
El deporte electrónico aporta un hecho diferencial: exige un esfuerzo completo para obtener el máximo rendimiento. Cuerpo y mente afectan directamente a la calidad de las estrellas de los e-Sports. Un ajedrecista podría ser campeón del mundo con los manos esposadas si tiene capacidad para conseguirlo. Un coche de Fórmula tomará la misma velocidad punta sin importar el estado de ánimo de su piloto.
Es aquí donde vemos ese espíritu deportivo completo que los coreanos han considerado acercar al concepto del olimpismo. Queda aún mucho trabajo por hacer, y es evidente que ningún videojuego se va a colar de forma oficial en una olimpiada de verano, pero se comienza a vislumbrar una olimpiada específica si el deporte electrónico alcanza su última meta: que sea practicado y disfrutado de forma universal.