"Hace unas semanas andaba por ese maravilloso museo de la evolución humana en Burgos. El gran problema que tenemos con algunos de los temas que tienen que ver con nuestra propia esencia, con nuestro genuino misterio, es que cuando se explican cómo temas científicos son farragosos, les falta la mítica, la épica y eso también pasa con los museos, que a veces cansan. ¿Dónde acaba el punto entre la divulgación correcta, la divulgación real y que sea atractivo? En el fondo es algo que desde la propia televisión siempre intentamos hacer también. Puede que haya temas esenciales, pero si no se saben trasmitir falla la ecuación.
En el caso de Burgos no falla la ecuación porque es un museo vivo. Tienen una especie de zona central, el corazón de ese inmenso museo donde están las diferentes especies del género homo y de verdad que era impresionante. Yo me quedaba mirando esas figuras dignas del maestro Juan Villa y realmente decía que había algo que no encajaba, por lo menos desde mi ignorancia. Hay como una serie de saltos en nuestra propia filiación como especie.
Me ha interesado y casi atormentado desde siempre en qué momento dejamos de ser algo muy próximo al resto de animales y surgió en nosotros la chispa increíble dentro de nuestra mente y de nuestra alma que nos convirtió en comparativo a un 600 en un Ferrari. De pronto un ser humano era completamente distinto y nadie sabe bien qué ha pasado".