En estas fechas, como es lógico, se ha puesto de moda el anuncio de la Lotería con unos toques emotivos y efectivamente las colas eternas en establecimientos míticos de personas que buscan un golpe de suerte. Ha habido muchos casos curiosísimos de lugares devastados en los que justo ese año ha caído la lotería. Hay una historia impresionante de las personas que habiendo sido premiadas, luego su vida no fue más feliz. Interesante y bastante tabú. Pero estamos en una fecha en la que se busca ese golpe de buena suerte.
Pienso que hay un bombo tan grande como el de los niños de san Idelfonso, con millones de bolas, un sorteo que nunca para, y ahora cuando llega la navidad estamos pendientes de la voz de la suerte, de esa tradición. Y cada noche, cada día, cada minuto, hay un sorteo sobre nuestras cabezas. Un sorteo que mueve la urdimbre, el sistema nervioso, las venas de la realidad. Y aunque no queramos jugar, no hace falta apostar, porque usted ya está jugando, quiera o no. El sorteo de la vida y la muerte, que suena raro decirlo, pero nos hemos acostumbrado a girar la cabeza. Aunque no le haya tocado la lotería, le ha tocado muchas veces, créame. Habría que pensar que nos toca la lotería por estar aquí, pero le hacemos caso cuando pasan cosas como lo del avión de Colombia, donde iba toda la humanidad.
Cuando un grupo de chicos jóvenes humildes había conseguido un sueño, va y se matan todos en un avión. ¿Qué ha pasado en el sorteo? ¿Por qué puede pasar esto, cuando iban a jugar una final? Y es cuando todos somos conscientes, aunque en seguida lo olvidamos, de que estamos en un sorteo todos los días. Y somos conscientes porque nos enteramos de que el avión anterior tuvo un problema con la gasolina y eso les retrasó. Y tiremos del hilo… y te acabas espantando, porque aquí hay 25.000 destinos que se van uniendo en un efecto mariposa para que pase esto. ¿Por qué usted, yo, no estábamos en ese avión? Porque todos estamos en una lotería, muy insegura, que nunca sabemos cuándo acaba. Donde el premio no es que te toque sino que no te toque. Debemos sentirnos satisfechos de vivir un día más, aunque suene muy grave.
Y si usted, el día del sorteo, piensa que es una víctima, un desgraciado porque no le ha tocado la lotería, piense que hay un sorteo que pasa todos los días, sobre miles de cosas que no conocemos. Demos las gracias, aunque uno lo esté pasando muy mal, porque el fascinante premio de la vida es un gran gordo.
Disfruten de ese premio. Un abrazo,
Hasta dentro de siete días.
Iker J.