Creo mucho en las señales y en las sincronicidades. Ese instante en el que cruzas la mirada con tu hijo, inefable, no llegan las palabras. Comprenderás que tú ya no eres lo principal, pero eso no es malo; el ego se disuelve un poco. Pero hablando de niños y del amor a los niños esta semana ha sido tremenda. Porque creo que el amor al niño es nuestra última esperanza. Son lo mejor de nuestra estirpe.
Cuando esta semana salta la polémica porque un niño de ocho años quiere ser torero, se salta la barrera. Pienso que se puede pedir perdón. Le dicen, primero una mujer y después muchos otros, "te vas a morir". A Adrián, con cáncer de huesos, ocho años, se le ha deseado públicamente la muerte. Y dicen algunos, "me parece vomitivo que con mis impuestos se pague la curación de ese niño", me imagino que no son padres. Y ese es el salto, algo que no había visto nunca. Pero un ejemplo bueno lo han dado los antitaurinos, porque una inmensa mayoría ha dicho: "soy antitaurino, yo no quiero que haya toros, pero esto es una salvajada, no nos representa". ¿Qué hubiera hecho el maestro Félix que decía que el niño es la cúspide, porque pensaba que era la única esperanza?
No hago caso a ninguna polémica, pero creo que hay que significarse. Es muy curioso que a los que les indigna tanto el misterio, no les indigna esto. No tienen tiempo. Creo que se puede rectificar. Eso no es ser antitaurino. Es la vida de un niño de ocho años, que pueda ser lo que quiera ser, equivocado o no. Yo también soy anti. No anti taurino, sino anti personas que quieren la muerte de niños de 8 años. Esto está pasando en España: estamos en una humanidad enferma, si,siempre lo hemos sido, quizá , ahora se oye más, no lo sé. No entiendo el mundo en el que vivo, ¿qué puedo hacer? decir lo que pienso. Hasta al que vocifera le puede pasar, ojo. Puede ser tu hijo, tu sobrino, tu primo. ¿Ha estado el fallo, la tara, siempre ahí? de verdad que no lo sé. Anhelo que las personas digan "oye, me equivoqué". Pero no puedes querer, si amas a los seres vivos, la muerte de un niño de ocho años.
Hasta dentro de siete días, amigos.