Como ustedes saben, si siguen el programa, el coronel Baños, que es una autoridad mundial en la materia de la investigación del terrorismo, estuvo con nosotros en su primera intervención hablándonos de falsa bandera. Es curioso porque dejó caer ahí una serie de cosas que a mí me dejaron sorprendido y un poco helado.
Está clarísimo que a partir del 2001 algo cambió en la mente colectiva y empezó a haber ese recelo por cualquier información de los poderes fácticos. Cuanto le pregunté al coronel Baños por el 11-M, él contestó clarísimamente que no había una autoría intelectual. Eso generó en las redes todo tipo de conversaciones. Y muchas veces como pasa en ese mundo virtual, donde todo el mundo opina y me parece bien, siempre me acusan a mí personalmente de dar aval a algo que se ha dicho en el programa, que no tiene por qué ser así, o sí puede ser así. Es un invitado concreto que dice algo, y yo que creo que en la libertad de expresión me quedo asombrado y dije ¿pero eso es posible Coronel? No podía penetrar mucho más en el misterio porque él se debía como militar a una serie de organigramas lógicos donde no se puede comentar cualquier cosa en los medios de comunicación. Pero fue suficientemente valiente y conocedor del terreno como para hablar de que en el tema del 11-M no estaba todo muy claro. Yo pensaba que estaba todo bastante claro. Yo como periodista creía que estaba todo bastante bien resuelto.
Y empecé a recopilar y recapacitar en torno a este tema bastante tabú. Me acordé de la presencia de uno de los primeros libros que salieron después del 11-M, “En un lugar de Atocha, el 11-M vivido por un niño”. Vaya tema, como un legado para contarlo y que nadie se olvide de lo que ocurrió. La actualidad es tan permanente que hace que grandes temas queden ahí con sus secretos sin resolver.
Hace apenas 10 días, falleció Fernando Múgica, que era un reportero de investigación en diferentes periódicos importantísimos, empezó en la guerra del Norte, era compañero de pupitre de J. Benítez, el gran investigador del tema ovni, lo acompañó por el mundo sobre reportajes de los no identificados, y este Fernando Múgica, todo el mundo que le conoció bien, habló de él como un auténtico reportero de raza, había tocado todo tipo de temas, era políticamente incorrecto y un gran fotógrafo. Nos dejó hace poco pero, curiosamente, antes de morir dijo algo sorprendente. Dijo que la investigación del 11-M le había traído poco menos que un infierno. Y es curioso. Un hombre tan respetado, de pronto se convirtió en enemigo de muchos que, como no contaba lo que querían que contase era poco menos que lapidado. Se había convertido de prestigioso investigador periodístico, fotógrafo de primer nivel, en alguien que no había ido por la vertiente mayoritaria.
Fernando Múgica era de los que pensaba, como el coronel Baños, que no había una autoría clara y sobre todo que había habido una especie de gran conspiración y que nada era como nos contaban. A mí lo que me sorprendió es como muchos amigos de Múgica lo despreciaron de inmediato en cuanto tomó ese camino. Y yo me imagino que Múgica no tomó ese camino por cualquier cosa, sino porque él tenía sus sospechas. ¿Nos encontraríamos ante un caso terrible de falsa bandera en nuestro país? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué función?
Hasta el fin de sus días, el gran Fernando Múgica estuvo convencido de que había algo más. Pero algo tan raro que todavía ni siquiera se explicaba en las teorías convencionales de la conspiración, y él hablaba de las cloacas interestatales o de los mundos que ni siquiera podemos controlar y que tejen y manejan en ocasiones la realidad.
Múgica y algún otro se han quedado absolutamente solos en ese camino. Quizá porque no tienen razón y se han obcecado. A lo mejor porque sí la tienen y esa verdad es muy peligrosa. Fernando Múgica nos acaba de dejar y con él, el legado de un periodista valiente. Yo creo que el mejor homenaje que podemos hacerle es no olvidar a esos periodistas disidentes que fueron por un camino absolutamente en solitario, a lo mejor porque tenían parte de la verdad.