Hace algunas semanas, pasaba yo cerca de una popular churrería en el centro de Madrid, muy mítica, y me quedé con una imagen sorprendente, o al menos a mí me sorprendió.
Había seis chicas en una de las mesas, cada una estaba con su móvil, no hablaban entre ellas en ningún momento y cada una estaba interconectada en su propio mundo. Las observé durante un rato y, de verdad, así siguieron. Fue como una paradoja del mundo en el que vivimos, la híper conexión, porque cada una tendría su propio universo. A lo largo de muchos minutos, no sonó una voz en esa mesa.
Hace poco tiempo en la televisión vi un programa donde cada uno llevaba su Tablet, pero también su móvil y en cierto momento era tal el poder del mágico, algunos dirán demoníaco, aparato que ya, en la misma mesa del presentador empezaban a teclear, me imagino que argumentando que estaban buscando información, pero a mí me da que estaban enganchados por la posibilidad de algo que es la red y la red móvil, que no dudemos que tiene una cosa realmente maravillosa. Y es que se comporta como el cerebro humano. Los científicos se están dando cuenta que nos engancha tanto la búsqueda en la red porque han asimilado que esas formas de hipervínculo, como se llamó en un principio, tienen mucho que ver con las neuronas, es decir, por primera vez hemos visto el funcionamiento del cerebro ajeno en nuestra mano, interactuando con él, en un aparato electrónico. Eso nos provoca ese enganche.
Hace muy poco he visto unas conferencias muy interesantes donde, en plena conferencia sólo tres personas atendían a los ponentes. Cada uno estaba con su móvil. A lo mejor había que tuitear en tiempo real lo que se estaba diciendo. No lo sé. Pero, ¿puede uno enterarse de lo que está pasando y tuitear al mismo tiempo? ¿tu atención está de verdad al cien por cien de lo que estás viendo? Incluso el maestro de ceremonias estaba con el móvil. Hoy he visto como casi atropellan a una chica porque iba mirando el móvil, absorta. Y encima le hace aspavientos al conductor porque le ha sacado de su mundo sensorial.
Estamos perdiendo la conexión con lo cercano quizás. Y lo que sí que se está perdiendo, parece y dicen los expertos, es la conexión con la oralidad, es decir, con la transmisión del cuento, de la historia, del relato oral. Creo que en España todavía está muy viva esa historia de la comunicación, pero estas escenas ¿qué les inspira? Y, ¿qué va a pasar dentro de poco? Somos incapaces de despegarnos del dispositivo digital. ¿Hacia dónde nos lleva esto? Créanme que para esto no tengo reflexión, me encantaría escuchar las suyas.