En estos días han ocurrido muchas cosas de alto contenido emotivo que nos obligan a la reflexión. Me ha sorprendido, a pesar del dolor terrible de la familia de Ignacio Echeverria, la forma de comportarse con calma y templanza. Una familia que cree profundamente y con una fuerte corriente religiosa, piensan que la muerte es un paso a la mejor vida. He profundizado en esto y he visto a muchas personas, prescindiendo de su ideología, que cuando veían a la muerte llegar se lamentaban no tener una fe.
Personalmente sufrí un cambio importante en un lugar bien pagano, en Altamira. No tengo ninguna verdad pero a partir de esa experiencia, tuve la sensación de que una persona está al otro lado guardándonos. De lo que yo hablo es anterior a cualquier libro sagrado, esta sensación de lugar de luz y de lugar infernal, también existía. La espiritualidad profunda del ser humano ha estado desde siempre.
No debe ser nada fácil asumir la muerte como un paso a otra vida o a otra existencia. Nos hemos acostumbrado a querer la vida eterna, querer vivir para siempre y evitar esta parte de la naturaleza que es desconocida. El ser humano se parece muy poco al resto de seres de la naturaleza, mi sensación es que somos algo raro y especial.
Hasta dentro de siete días, amigos
Iker J.