He llegado a la conclusión, y pocas veces lo hago, de que el hombre es algo muy serio. ¿Recuerdan unas imágenes que poníamos hace un par de semanas sobre un funeral de un chimpancé? Una madre con un cariño enorme hacia su cría. Eso produce un impacto bestial siempre que vemos en seres que consideramos menos desarrollados que nosotros esos síntomas de afecto, nos llega. Pensamos muchas veces que los animales tienen una nobleza que nada deben envidiar de la mezquindad, la envidia y lo terrorífico que es el género humano. Cierto es que hay muchas especies animales que devoran a sus hijos, y que hacen cosas tan horribles como los hombres. No hay que alarmarse.
En las últimas décadas hay una corriente que nos dice que el hombre no es para tanto. Que no nos diferenciamos tanto de las otras especies. Yo creo que quién dice eso no sabe muy bien qué es el hombre, ni qué es la conciencia o el lenguaje. Esa corriente tiene su fuerza y tiene sus animadores. Somos naturaleza pero no somos como los animales. Muchas veces tenemos cosas peores que los animales, pero tenemos cosas que no están al alcance de ninguna otra especie. Ni lo estarán por los milenios de los milenios. Esas corrientes de pensamiento intentan decirnos, con toda su buena fe, que no hay tanta diferencia entre el chimpancé y nosotros. Siempre viene eso en grandes titulares: compartimos el 94% del ADN. Pero yo no sé qué tenemos en común con un chimpancé. Yo no veo que los chimpancés hablen, discurran o reflexionen.
El salto entre todo lo que puede hacer un animal, por inteligente que sea, y lo que es el ser humano me parece el mayor misterio de la humanidad. Me da la impresión de que se intenta hacer creer que no somos para tanto. Ese empieza a ser un error importante. Cuando uno se cree como un ladrillo más, se está infravalorando. Hay mucha gente convencida de que somos una herramienta más de la naturaleza. Pues yo pienso que no. Pienso que el hombre tiene en sí una esencia absolutamente milagrosa. Valen de poco los datos. Si somos tan parecidos en lo físico y en lo genético a otras especies, ¿en qué momento tuvimos ese salto extraordinario que nadie más ha tenido? ¿Es realmente explicable? No estoy hablando de religión. Esa x de la ecuación es muy irritante y no le gusta a muchos que ven la vida desde lo material. Prefieren que seamos como el chimpancé. Los animales son muy buenos en la mayoría de casos.
Decir esto es políticamente incorrecto. Habrá muchas personas que se lleven las manos a la cabeza. Pero les aseguro que muchas de esas personas no aman a los animales como yo, ni viven con ellos como yo. Pero soy consciente de mi misterio. Del misterio de un niño que comienza a hablar y reflexionar. Hay un chip que no tienen los demás. Ese chip es inexplicable. Ustedes pueden pensar lo que quieran. ¿Somos una pieza más o somos algo asombroso? Dicen algunos sabios que una de las grandes penas de la humanidad es que el ser humano trascurre por la vida sin ser consciente de su raíz divina. Simplemente si ustedes se ponen a pensar en lo que son capaces de discurrir y en la complejidad de su cerebro, tienen que ser muy necios para pensar que somos como el resto de los animales. Pero quieren que pensemos eso. Es estar muy ciegos.
Hay dos misterios: por qué somos como somos y por qué no nos dejan revalorizarnos como somos. Porque somos algo muy excepcional. El hombre como el gran misterio, ¿por qué esa lección nunca nos la enseñan? ¿Por qué hay muchas personas que vagan por la vida sin darse cuenta de que son excepcionales? Si empezamos a comprenderlo seguramente nuestra vida cambie y nos queramos un poco más. No somos piezas de un puzle. Hasta dentro de siete días amigos....