Tengo un email que representa a cientos de contactos que se han puesto en marcha y se ha despertado algo dentro de ellos. Yo pienso que el trabajo está bien hecho. Me explicaré brevemente: yo lanzaba uno de estos 'discursos' o reflexiones y decía que había estado sufriendo y casi perdiendo la fe en el ser humano por un accidente en la red y acabar en sitios llenos de maldad humana. Cuando uno se da una sobredosis de eso y lo descubre, piensa que el mundo es un lugar horrible. Yo, desgarrado, hacía un comentario hace dos programas sobre esa sensación que tenía. Pero también con un hilo de esperanza. He visto, tanto en las redes sociales como en lo que ustedes me han hecho saber por los envíos de emails, que se ha despertado algo en ustedes. Que ha habido debate y que hay mucha luz en muchos seguidores de 'Cuarto Milenio'. Estoy recomponiendo mi fe en el ser humano, como en un puzle, gracias a tantos y hermosos detalles.
Me gustaría extractar alguna frase de un email que me ha llegado. Que puede ser la punta del iceberg que representa a muchos otros. Lo escribía Manuel Carbonell, un chico de Murcia de 27 años. Resumiendo, me decía que con 17 años yo también hice ese descenso a los infiernos. Habla con una crudeza y un detalle que parece un periodista, de la visión de una decapitación y dice él "esa tarde el miedo más auténtico, el horror más real se presentó ante mí. Sus gritos se quedaron grabados en mi mente durante dos o tres días y no podía olvidarlos, los oía constantemente". Es una primera experiencia que él tiene con 17 años buscando otra información y topa con esto.
A Manuel le afectó con 17 años y a mí con 41. Yo simplemente hacía un canto a no sé dónde porque veo que nadie habla de esto. Todo el mundo protesta de muchas cosas, seguramente muy justas de ellas, pero sobre lo espiritual o el daño filosófico no protesta nadie. Parece que a nadie le importa. Y no es verdad, ustedes me lo han demostrado. Este material que se queda ahí colgado y es de fácil acceso puede perturbar, ensuciar y generar otro tipo de cáncer. Dejando la afectividad mutilada o una sensación de lo que es la vida terrorífica. Yo estaba realmente casi hundido pero tuve buenos detalles y han seguido esta semanas. Al pasar los años, nuestro amigo Manuel volvió a descubrir grabaciones y tuvo pesadillas y no podía olvidarse.
Pero la clave de este email es que dice: "al principio creí, al igual que tú, haber perdido la fe en el ser humano pero después me di cuenta de que no me perjudicaron. Al contrario, me sirvieron para cambiar. Para que cada acción en mi vida tenga como finalidad poner más luz en este mundo de sombras para intentar hacer avanzar al ser humano en la buena dirección". Eso hay que es escribirlo y pensarlo, que es lo difícil. "Esas imágenes me enseñaron lo cruel que es el mundo que hay ahí fuera. Y te digo, amigo Iker, que desde entonces saboreo más cada beso de mi novia, cada sonrisa de mi hermano, cada abrazo con mis padres, cada momento con mis amigos, cada gesto amable de cualquier persona. Todo ha cobrado mucho más valor. Todo esto vale para mí desde entonces mucho más, porque cada uno de ellos es una luz en este bosque de sombras. Desde que vi la oscuridad total aprecio mucho más luz. Y sí Iker, por supuesto que sirve de algo lo que tú y tu equipo comentáis y hacéis. Sirve desde el momento en el que aportáis esa luz y en el momento en el que podéis inspirar a un muchacho de diez años a querer ser un gran periodista como tú. Sirve desde el momento en el que un niño de 14 años conoce el programa a Javier Sierra y se apasiona por la lectura. Sirve desde el momento en el que cualquier persona de cualquier edad, frente a un suceso no solo lo asimila sino que se pregunta por qué...". Y así continúa nuestro amigo diciendo "sirve desde el momento en que motiváis la curiosidad de todos nosotros, porque es la curiosidad la que siempre nos ha ayudado a avanzar. Querido Iker, sirve. Muchas gracias y ánimo. Hay que intentar recuperar esa fe en el ser humano. 13.800 a nuestra espalda es mucha responsabilidad la que tenemos".
Este email expresa perfectamente tantos mensajes luminosos que he recibido. De padres muy preocupados y de jóvenes muy conscientes que me dicen "nosotros no estamos en eso. Nos gusta divertirnos y aprender, pero eso es vomitivo y deleznable". Yo confío plenamente y creo que ante esta respuesta me han dado esa energía para la nave. Nuestro programa, por encima del periodismo y del misterio, sirve. Sirve para seguir entusiasmándonos y mirando hacia la luz. Y me siento muy orgulloso de todos ustedes y de que me hagan saber que estamos aquí por algo. Mucho más que para pasar miedo. Estamos convencidos de que solo hay ese camino hacía la luz. Muchísimas gracias de todo corazón.
Hasta dentro de siete días amigos...