El cierre: la crisis de la inquietud
La semana pasada asistimos a un auténtico impacto en el subconsciente colectivo, el debate sobre la conspiración de la crisis. Realmente removió algo por dentro. Quizá, y es bueno reflexionar sobre ello porque su planteamiento era bastante heterodoxo, para muchas personas hablar de luces y sobras es algo fantasioso. Esa división ocurre en toda la sociedad. Hubo un gran impacto y yo me alegro porque creo que no es un tema sencillo y sin embargo ustedes de una forma excepcional nos hicieron saber que estaban ahí.
Se habló de cosas importantes que, como digo, solo algunos locos podemos apreciar. Y es que vivimos una crisis económica tremenda. Pero da la sensación que la crisis no es solo económica. Hay personas que solo miran los balances y los datos y que no llegan a fin de mes, y lo entiendo. Pero el sistema en el que nos hemos metido, el más lógico, nos ha llevado por atiborración a un estado de letargo. Durante mucho tiempo nos han dicho que el estado de bienestar era lo único que importaba. Es lo que pienso. Desde hace un tiempo, no hemos detectado que hay otras crisis, como la crisis de las inquietudes. Inquietudes significa enorme pasión por la curiosidad. Nos han hecho creer que el vacío que todo ser humano lleva dentro, saber quién es y qué hace aquí, ¿eso cómo lo llenamos? La inmensa mayoría de la gente cree que el único objetivo para llenar ese vacío es lo material. Y hay mucha gente que tiene todo lo material y éxito social y económico, tampoco son felices porque siguen teniendo ese vacío ahí. Y, aunque vivir en la pobreza es muy complicado, muchas personas que llegan a esos límites siguen siendo tristes y estando amargadas, y anhelando aquello que no tienen.
Hay una crisis doble de la que no se habla. Es la crisis de la inquietud. Cómo es posible que haya tantas personas que no tienen apenas inquietudes. Solo piensan en conseguir cosas. Entonces, cuando llega la crisis económica se conjuntan ambas crisis en una encrucijada y no solo no tienes oportunidad de tener más cosas que además no te has cultivado en el otro aspecto. Desde muy jóvenes he visto que había muchas personas que decían que hacían algo en su vida porque tenía más salidas, como las carreras universitarias. Eso significa que, al margen de lo que te haga a ti feliz, te adaptas al sistema. Ahí te encuentras con un muro más absoluto porque no es lo que les hace feliz. Para muchas personas lo importante es el coche o la casa, que evidentemente es importante, pero con más medios que nunca como internet, parece que seguimos por la ruta de solo querer lo material. Cuando tiene entusiasmo, ilusión por las cosas y se encuentra con alguien que no la tiene, el contraste es enorme. ¿De qué depende la inquietud que aparece desde niño?, ¿En qué momento nos lavan el cerebro para decirlos que lo único que merece la pena es lo que tiene provecho?, ¿No os da pena no haber seguido vuestros sueños? ¿Quién demonios ha diseñado todo esto al margen de la economía para terminar con nuestros sueños? No hablo de artistas o periodistas, he conocido a panaderos que son entusiasmas y se enamoran de lo que hacen. Me da igual la profesión. Lo importante es la inquietud y de qué depende.
Una vez más volvemos a la infancia. Ahí algo ocurre. Los soñadores que siguen siendo locos y otros que se fían de que el sistema les indica que su vida tiene que ir por otro camino. Y entonces, tal y como está pasando ahora, llega la gran frustración. Siempre hay tiempo para ser valiente. Ahora en tiempos de crisis, habrá mucha gente que empiece a hacer lo que siempre le dijeron que era una locura. Que monte negocios y haga historias que consideraban que eran de locos. Nos han convencido con una historia que no es real. La vida solo con bienes materiales no te hace feliz. Es mi opinión. ¿Qué opinan ustedes?
Hasta dentro de siete días amigos...