Hace unas semanas contemplábamos unas imágenes que personalmente me daban escalofrío. Tenían como protagonistas a los vampiros. Pero vampiros humanos, de carne y hueso con DNI. La gran magia del vampiro es que casi nadie cree en su existencia. Yo sí creo que existen. Son unos muy especiales. Veíamos unos clubs londinenses donde se bebía sangre, se cortaban en el hombro, etc. Unos eran los donantes y otros bebían la sangre. Era algo un poco delirante pero que muestra cómo es el tiempo en el que vivimos. Donde los delirios tienen que ir aumentando y las cosas de este tipo parece que causan mucha expectación y donde quizá n hay ningún conocimiento real de la propia figura del vampiro. No tengo muy claro si creo en los vampiros que vuelven de la tumba, pero si en otros. Si todo va bien, es probable que en la próxima temporada les podamos contar historias de vampiros en España.
¿En qué vampiros creo yo sin lugar a dudas? En los que se habla mucho en algunos libros. Son los vampiros psíquicos. Estos no chupan la sangre pero absorben nuestra energía. ¿Seguro que se han encontrado con personas, incluso familiares, que cuando estamos con ellos nos desactivan? Nos dejan realmente muertos. Nuestro cerebro interior los detecta instantáneamente. Cuando sentimos la electricidad estática contra otra persona, suele ser mutuo. Esas corrientes energéticas que existen cuando las personas cuando se conocen, son mutuas. Como también pasa muchas veces con el enamoramiento. Da igual la condición económica y el conocimiento o posición, que tienen la facultad de descargarnos de energía. Aunque algunos sean buenas personas. No es cuestión de hablar de personas negativas, aunque existen. Es muy sencillo el que no tiene una depresión, juzgar al que sí la tiene. Los que han tenido depresión saben que es la peor de las condenas, y que es muy difícil salir de ella. Pero lo que yo comento es otra cosa, son personas que mezclan cierta negatividad y la visión de la botella medio vacía. No es que estén deprimidos, es que son así. Y cuando uno habla de emprender, de ilusión, de entusiasmo se afanan en rebajar todo eso.
Se acaban convirtiendo en auténticos vampiros. Ellos llegan, sueltan sus dramas, su energía negativa, te dejan fundida tu luz y ellos se van energizados. No podemos dejar que los vampiros nos dominen. Desde hace años, los expertos se preguntaban sobre personas que magnificaban las situaciones para envolvernos en su obra negativa. No era cuestión de gafes o de maldiciones, es una actitud curiosa. Hay personas, organismos vivos que se alimentan de nuestra energía positiva. Todo esto nos lleva a pensar que la energía positiva es un bien escaso que hay que conservarlo y repartirlo con quien merece la pena. Hay que estar más cerca de los ilusionadores que de los vampiros.
Hay un tipo de personas 'desilusionadores', como les llamo yo, que frustran a mucha gente. Tenemos gente que lo que recibimos de ellos es un freno a nuestro entusiasmo. Hay que rodearse de ilusionadores. Todavía las hay. Me hacen sentir agusto, me aportan y me llenan de energía. Son gente muy luminosa. Pasa el tiempo y no suele variar su comportamiento. Animan a los otros, no rebajan el mérito de otros. Para los vampiros es malo lo que hacen los demás. Siempre están compartiendo el éxito y repartiendo ayuda.
Yo he conocido a alguno, que sin ser nada nos hemos hecho amigos. Hemos conectado. Y prefiero esa amistad a una de 20 años que está basada en el vampirismo. Quiero mandarle un gran abrazo a Víctor Amela por todo lo que nos ha ayudado este año. Ese gran novelista que ha venido a 'Cuarto Milenio' nos ha hablado de la Antigua Roma, y uno no tiene más que estar junto a él para ver a un entusiasta que irradia fuerza y energía positiva. Siempre está con una sonrisa. Siempre quiere ayudar a los demás, ayudándose así a sí mismo. Si yo encuentro a una persona así ustedes seguro que también. Seguro que ahora están dividiendo en su mente entre vampiros que absorben y ellos se quedan bien y nosotros hechos polvo, y gente iluminadora. Identifíquenlos. Compartan su energía con las personas, que hay muchas, que merecen la pena. Es un buen consejo. Hasta dentro de siete días amigos...