El cierre: Inventores españoles
Han pasado muchas cosas en el programa de esta semana, que en su amplio conjunto representan el puzle que construye el universo de ‘Cuarto Milenio’. Más que hablarles algo propio de esta semana, yo tengo la mente puesta en la historia de Emilio Herrera. ¿Recuerdan la escafandra y los inventos asombrosos de españoles hoy olvidados? Esto me ha hecho darles vueltas a la cabeza y reflexionar.
Hace un tiempo también les hablaba sobre los desilusionadores, esas figuras que nos quitan las ganas de todo; de los vampiros psíquicos, las personas que chupan nuestra energía; pero hay personas que estás o quedas con ellas y no tienen ganas de nada, te derrumbas y sabes que pasa algo. Quizá la ciencia dentro de siglos sepa qué es. Pueden ser buenas personas, pero que estén cansadas de la vida.
Suelen ser personas que nos quitan las ganas de iniciativas que parecen lógicas, de seguir nuestro camino del corazón. Personas muy alienadas con el sistema, con lo establecido, y que tienen temor a las cosas de la vida, cuando la vida sabemos que es imprevisible. Esas personas que hacen larguísimos planes y que te dicen esto no es seguro, que no te lances por aquí, es como si no hubieran entendido bien la dinámica de este existir.
Pensando en eso y recordando a estos inventores españoles he pensado, ¿qué les hace distintos? Llevo mucho tiempo haciendo este programa y por la mesa pasan personas con carácter, talante, creatividad, alma… casi todas, creo yo, son personas curiosas, entusiastas, que quieren saber. Y nadie les ha dicho, oye ¿tú vas a querer saber toda tu vida y haciéndote siempre preguntas? Si es mucho más cómodo no hacerse preguntas.
Yo reflexionando, me decía, es como si hubiese dos humanidades, y empiezo a creerlo. No digo que sea mejor ni peor, sólo digo que hay una barrera muy grande entre personas que da igual su oficio, su preparación, su cultura, su nivel económico, donde vivan… hay personas que tienen dentro de sí algo que les hace estar con inquietud permanente, y esa sed de aprender nunca se les pasa, ya que siempre se les acumula nuevos retos.
Yo observo a ese tipo de personas y rápidamente voy al otro bloque, personas que se dejan llevar por la vida, que la vida gobierna sobre ellas, y que no hay excesiva inquietud. Hay un dejarse ir, ¿a dónde? No sé, donde esté marcado o diga lo establecido. Esas personas no tienen esa semilla de la inquietud permanente.
Se imaginan a Emilio Herrera, el creador del primer traje de astronauta, a Torres Quevedo, creando el primer puntero láser o a Jerónimo Gallanz inventando en el siglo XVI máquinas, los Leonardos españoles. ¿Qué les dijeron? ¿Cuál era su entorno? ¿Les darían ánimo o les intentarían vampirizar para que fuesen como los demás?
Por tanto, vamos al enigma real, ¿por qué somos como somos? ¿De qué depende que alguien mantenga ese alma curiosa? Esa sensación se beberse la vida, de querer aprender, de que la vida no es en vano y que se puede dejar llevar por el oleaje, sino que tiene que ser propia y aprovechada. Eso es un misterio grande, ¿depende de experiencias de la infancia? ¿De nuestra educación? Conozco muchas personas con muy malas condiciones, con todo en contra, y que tienen dentro de sí esa sensación de aprender.
Son preguntas que yo lanzo para que ustedes reflexionen y posiblemente me enseñen algo. Yo no sé de casi nada, pero que hay ese tipo de personas, cada vez lo veo más claro. Es un gran misterio de la consciencia humana. A ver si me responden, estoy seguro que aprenderé gustosamente.
Hasta dentro de siete días amigos.