El cierre de Iker: "Le damos importancia a cosas que no valen tanto"
Me gustaría empezar la temporada duodécima con un deseo. ¿Cómo explicar esto que es tan sencillo de entender pero no tanto de explicar? Ayer pasé un día terrible, en la cama postrado. En silencio, entra mi hija en la habitación, con cuatro años y medio, y trae una manta -en estos días veraniegos-, lleva una golosina en forma de corazón y un peluche de un perro, de una serie muy famosa. y me dice: "papá, con estas cosas mías tú te vas a curar, ya lo verás", y en ese momento yo me quedo mirando a mi hija, y sería muy difícil describirles, aunque todos lo van a entender, que ese es un momento que uno no va olvidar mientras viva.
Es un momento en la vida de una persona donde lo demás queda en un segundo plano. Son esos pequeños momentos, y cada uno tiene los suyos, donde lo demás es prescindible, donde todas las cosas que nos agobian son secundarias. Ese momento en el que una niña de cuatro años te muestra esa ingenuidad, esa bondad, ese deseo, ese amor... Pero ustedes pongan su caso, hagamos el esfuerzo. Ese momento en el que fuimos conscientes de las cosas que merecen la pena, por lo que de verdad vivimos. Por esa escena que les he contado, tan sencilla, y quizá tan absurda para algunos, yo creo que merece la pena haber vivido. Porque al final todo se resume en eso, en vivir ese tipo de momentos. Claro que están los otros, por eso los hacen tan importantes. Yo he sido también consciente, porque a veces ocurren cosas en la vida y uno se da cuenta de cosas, no porque las sufra, sino porque también pueden afectar a personas queridas, cuando llegan accidentes, una enfermedad…
Es como si a uno le remueven y le dicen: “oyen tú, esto es la vida”. Por tanto, a todas esas cosas a las que le damos importancia a lo mejor no valen tanto y, está claro, cada uno tiene su batalla y su circunstancia. Hay circunstancias muy terribles y hay muchas penurias de todo tipo y yo me pongo en el pellejo de todo el que me pueda estar escuchando, pero qué importante es acudir a estos momentos de luz, vamos a llamarlos así, cada uno el suyo, en que se siente gratificado.
Pues al final, cuando a uno le vienen mal dadas o tiene problemas, y le ve las orejas al lobo de la vida, es cuando valora realmente lo que importa y todo lo demás pasa no a tercer o cuarto plano, sino que, ¿era importante realmente? No. Aquí lo importante es la consciencia de vivir y de tener momentos esenciales y fundamentales. Y ahora, en este inicio de temporada, os voy a hacer otra confesión: yo, desde hace cuatro años y medio, todas las noches, todas las noches de mi vida, esto es quizás muy privado, todas, en silencio, doy gracias. Por vivir. Por estar vivo.
¿A que parece una tontería de un absoluto loco? Hay gente que bendice la mesa… yo lo hago a mi manera, que no es estructurada, sin seguir un dogma preestablecido, doy gracias, por vivir. Haberme permitido pasar un día, con sus complicaciones y con sus glorias. Les voy a confesar otra cosa; desde que yo hago eso soy mucho más consciente de que el día ha merecido la pena; aunque haya discutido, aunque me haya agobiado… ustedes dirán, ¿a quién? Ustedes pongan lo que quieran, pero sin duda hay una maquinaria en este mundo, donde la gente se mata, se muere, hay desgracias… seamos conscientes de que estar aquí, ustedes y yo, ya es un milagro. Y cada vez que hago este gesto al padre cósmico en el que yo creo, y que cada uno ponga el suyo, esa realidad que mueve las cosas, que me brinda la oportunidad de seguir con ustedes, con mi familia, con todas las circunstancias buenas y malas de la vida, pero seguir, cuando uno agradece, les aseguro que la vida sabe diferente. ¿A que parece una tontería? Pues pruébenlo. Y acudan al archivo propio de momentos de esplendor. A mí me ha servido y no soy ningún coaching ni vendo nada en ese aspecto, y no sé por qué me apetecía empezar esta temporada tan importante diciéndoles que es mi pequeña fórmula para darme cuenta de qué es lo que importa y que lo superfluo no nuble la luz que es la que nos tiene que importar, la que al final, en momentos clave, nos damos cuenta que nos mantiene vivos y en conexión. Pruébenlo y ya me cuentan.
Hasta dentro de siete días.