"Hace unos días, mi amigo Javier Sierra me mandaba una noticia que me sorprendía. Un jubilado escribía al periódico de Cataluña por algo que le había pasado. Paseando por el célebre Parque Güell con varios familiares, les contaba historia del parque. A los pocos minutos, se acercó un individuo y le preguntó si era guía oficial. Ante su negativa, estos hombres le dijeron que si no era guía oficial del lugar, no podía explicar nada. ¿De quién es el arte? Otra cosa es que sea competencia pero, ¿no se puede explicar a tres amigos?".
"Como siguió contando a sus familiares la historia, volvieron, esta vez con una persona uniformada, y le dijeron que no podía hacer un comentario más y, si lo hacía, sería expulsado del recinto. Los guías oficiales tienen que defender sus derechos, le dijeron, y usted no puede explicar a tres amigos el Parque Güell. Para no armar follón, se tuvo que marchar. ¿Hasta qué punto la burocracia se separa de lo natural? Ese es el problema"
"Cuando uno se toma al pie de la letra las normas, actúa muchas veces contra la persona más amante de la cultura. A mí me ha pasado a veces, y tengo amigos que les ha pasado, la extraña guerra de los guías oficiales. Y tienen su derecho. Pero es como si viene alguien al plató, le está comentando a un compañero que ahí está el Titanic y le digo que si no es del carnet 'Cuarto Milenio' no puede comentar nada".
"Me ha pasado en algún lugar, y sobre todo, a amigos míos que son entusiastas de la historia, que viene alguien a interceptar para decir que si no es guía oficial no puede explicar. No podrá organizar viajes, ganar dinero pero, ¿explicar? Esto es cuando los derechos se impone a la lógica natural".