Esta noche ha planeado el concepto ‘consciencia cósmica’ a lo largo de todo el programa. Pensamos que los astronautas han sido privilegiados. Tienen la carga suficiente de filosofía y sensibilidad para sentir el impacto brutal de lo que somos, que puede ser poco o puede ser mucho, depende de cómo se mire. Somos naturaleza que se mira a sí misma desde la lejanía, no es poca la odisea y la aventura de lo que hemos logrado. Pero al mismo tiempo hay una sensación de nostalgia o de estar perdidos en la nada, lo que realmente somos, ese fluir hacia algún lugar donde todos nuestros problemas quedan en nada y nuestras batallas son ridículas a nivel cósmico.
Pero la consciencia cósmica en si es un término muy interesante, tiene muchas aristas y dicen que puede sentirse en cualquier momento. No hace falta tener el privilegio de alejarse de la tierra. Yo creo que he sentido esa consciencia cósmica, por lo menos en alguna ocasión. Y debe de ser importante porque uno ya no piensa igual jamás y además no sabes cuándo te va a ocurrir. Es posible que quizá no ocurra nunca.
Les muestro la zona más inhóspita y abisal que no fue descubierta hasta el año 2000. Es en una caverna bien conocida, Tito Bustillo (Asturias), se llama así por la muerte de uno de los primeros exploradores que la descubrió. En la zona más lejana, donde no hay luz, alguien al principio del todo y como en tantas otras cuevas mágicas, dibujo esto. En las cavernas yo tuve ese concepto de conciencia cósmica. Hay quién lo tiene en el espacio. Quizá porque en las cavernas hay otro tipo de inicio y otro tipo de fuerza.
Por eso cuando me llegan informaciones nuevas como la que les voy a contar ahora, no me resisto a ponerle todo el entusiasmo porque me he quedado ligado para siempre desde que hicimos el salto infinito y tuve consciencia de lo que es todo esto, arrepintiéndome de los muchos años que he pasado sin saberlo, intento ponerles toda la pasión para transmitirles un poco del virus que yo ya tengo dentro.
Esto que parece tan sencillo y no lo es, es un humanoide, la cabeza, incluso hay quién ve una lengua que sale de esa boca abierta medio anfibia medio humanoide. La parte de la nuca, la espalda que se pierde, el brazo que sale y un cuerpo espiritual. Hay muchas teorías en torno a los antropomorfos, así se llaman las formas humanas. Hay muy pocas en la prehistoria. Yo les he contado como en todas las cavernas que son templos primeros del contacto con los dioses están estos seres.
En Altamira por ejemplo, y en tanos otros lugares. Resulta que estos seres son lo primero que se dibuja en la cueva. Se hacen en el lugar más inhóspito, en una situación que no podemos ni imaginar. Alguien siente algo y alguien se juega la vida bajando por desfiladeros imposibles para, hace muchísimos años, marcar la cueva con esto. Después ya que se pinten otras cosas. Pero no es un ser humano exactamente. Todos son igualmente extraños, todos son humanos y no lo son. Son formas que al tiempo que ellos eran prodigiosos plasmadores de los animales, podrían perfectamente hacer un retrato de lo que eran.
Pero no, nos dejaron el misterio. Lo que sabemos es que están en lugares clave, en lugares sagrados fundamentales. Y lo que ha pasado con esto es que cuando expertos en la prehistoria ven las zonas blancas del dibujo, que son calcitas, sustancia que se va generando con el paso de los años. La calcita que está por encima del dibujo, es decir, la que surgió después ha sido analizada. La sorpresa es mayúscula, porque resulta que la concreción encima del dibujo da 35000 años.
Para que se hagan una idea, antes de las mediciones podríamos especular en 20000 años, pero la capa de costra natural que lo recubre tiene ya 35000. Por lo tanto, ¿cuándo se hizo ese ser? Pues en tiempos de otras humanidades. Ni siquiera de nosotros, los homosapiens que eran los que supuestamente sabían pintar, sino quizá de los neandertales. Esa otra humanidad nos dejó este encargo. ¿Estaban viendo algo?, ¿son los dioses?, ¿son las alucinaciones?, ¿son seres de otro mundo?, ¿qué son?... Nadie lo ha resuelto. Pero son lo más sagrado de las cuevas sagradas.
Y resulta que en España las están datando y doblan o triplican lo establecido. Tenemos un enorme problema y yo quería contarles esto para decirles que tenemos tesoros de los que no somos conscientes, que esto no está en muchas partes del mundo. Podemos decir que en España y Francia y que es una joya porque quizá este sea el retrato del primer Dios antes de cualquier reglamento o religión, institución establecida, creencia. Estamos en lo más hondo del paleolítico y mucho más lejos de lo que creemos.
Resulta que hay una sensación de adoración por estos seres, muchos de ellos, tiene los brazos hacia arriba y parece que oran, que adoran a alguien que viene del cielo o al mismo cielo. Nadie sabe que son, nadie sabe en torno a la pintura prehistórica ni por qué surgió. Pero aquí tenemos quizá el retrato del primer dios antes de cualquier otro. Y está en las cavernas españolas. Para mi esta es la muestra de que una vez más no sabemos nada de casi nada. Que los especialistas pueden datar o coger esa sustancia y decir qué años tiene, pero no qué impulsó chamán, al viajero al otro mundo en el que creían para impulsar esto.
Y siempre es la doble visión de las cosas: para alguien es posible que sea un monigote y yo intuyo que hay algo muy poderoso, muy tremendo, está el alma de la especie humana conectando con otras cosas. Ahí han quedado las marcas, cada vez más lejanas en el tiempo y que no sabemos interpretarlas. Seguramente las dataciones científicas de las cuevas españolas nos lleven a umbrales que ni imaginamos.
Pero todo esto mientras tanto permanece umbría oscuridad de las cuevas que ya empiezo a conocer bien. Y quizá por eso soy tan pesado, y me enamoro tanto de este ambiente y es como si fuese un recuerdo mío de hace mucho tiempo, de mis ancestros más lejanos. Como si algo de este mundo te perteneciese y quizá por eso me siento tan agusto en las cuevas prehistóricas y vuelvo una y otra vez.
Creo que son los lugares más sagrados que hay. Mucho más poderosas que otras cosas y otros grandes templos, que otros mundo donde ya el hombre interpretaba a su forma. Aquí está la magia y el alma humana pura plasmándose en las paredes. Ojalá tengamos muchas más noticias porque, por lo menos, yo aquí sentí la consciencia cósmica y quizá alguien ha sentido algo.
Alguien va a las cuevas y alguien dentro de ellas comprende que con cierta sensibilidad se puede tener esa consciencia cósmica. Que no es algo lejano, que está al alcance de cualquiera con la mirada precisa. Es un auténtico misterio. Seguiremos contando historias porque se siguen produciendo. Encantado de haberles presentado al antropomorfo de Tito Bustillo. 35000 años, por lo menos, le contemplan. ¿Quién será…?
Hasta dentro de siete días amigos.