El cierre: 'La infancia'
Espero que hayan disfrutado de este peculiar regalo de Navidad en forma de cortometraje de apenas diez minutos pero con tanta potencia. A mí me impactó muchísimo y tuve la necesidad de que ustedes también disfrutaseis o polemizaseis sobre el contenido hondo de esto. Porque una cosa son las imágenes y otra un metalenguaje que está detrás que nos cala profundamente. ¿Qué ven ustedes? Pueden escribirnos y contarnos y sobre todo analizar. Porque estamos en plena campaña navideña. La división del mundo en capas tan diversas. Pero tampoco hay que satanizar ni criminalizar directamente, eso es demasiado fácil. Yo voy a un lenguaje más soterrado y que sé que ustedes comprenden perfectamente.
La luz y la sombra, el eterno debate, la eterna pelea. Cómo es posible que esa niña, emisaria de muchos niños, hable con esa fuerza e inocencia. La inocencia de quién todavía vive en el mundo mágico del que tantas veces a través de libros, especialistas, la mente y el misterio hemos hablado. A mí me interesa mucho la infancia pero tenemos un gran desconocimiento de sus raíces mágicas y misteriosas. Aunque hay un intento evidente de cloroformar y teledirigir y de que la inocencia de la infancia se pase cuanto antes. Cuando uno toma esta perspectiva observa a través de los medios de comunicación, la publicidad, de lo que se habla y se impone. Parece que queremos que los niños dejen de ser niños cuanto antes. Que sean adultos lo más rápido posible.
Así igual producen más o no sé. Que poco les dejamos vivir en ese mundo de fantasía. Es un mundo más real que lo que consideramos real, seguramente. Ese mundo que de repente se manifiesta como una aparición benigna en los ojos y la boca de esa niña. Ese mundo que para ella sigue siendo hermoso. Porque ella no tiene la suciedad mental que, por desgracia, los alumnos de la vida hemos ido adquiriendo. La frustración, la envidia, el rencor, la ultracompetencia, etc. Cuando nos miramos en el espejo de esa niña india que nos habla en mitad del imperio de la basura. Nos damos cuenta de que posiblemente ella es mucho más humana, luminosa, auténtica y mágica de lo que podamos ser nosotros en toda nuestra vida con nuestros medios. ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde se nos quedó la magia por el camino? Los adultos, me contaba Manu, de ese propio entorno son como sobras comparados con los niños. Los adultos quizá lo interpretan todo de otra forma, se angustian más. Quizá sufren más porque tienen hijos. Pero están más mediatizados, más cloroformados, más llevados por el rebaño de los impulsos.
No tienen nada que ver con esta niña. Una niña ya mayor, es una jovencita. Pero que sigue teniendo en la mirada y en su discurso algo que es maravilloso. Y algo que sabemos que es hipnótico y luminoso porque quizá todos lo hemos sentido en un momento de nuestra vida. Pero el sistema se esfuerza para que se nos olvide todo eso y por arrancarnos de la infancia. No sólo los niños, sino los adultos. Para que no nos acordemos y no tengamos el terrible contraste de lo que era la humanidad y de lo que somos. La gran pregunta que surge viendo este gran trabajo de Manu Fernández es ¿el hombre por naturaleza es bueno? Hay mucho discurso sobre eso. Yo viendo cosas como esta quiero creer que sí. Quiero creer que los niños, aún en las perores circunstancias, ellos tienen un espíritu puro, inocente y auténtico. Y luego el aprendizaje de la vida nos despoja de todo eso. Yo creo que ese es el gran mensaje.
Por encima de cualquier cuestión política, socioeconómica no se habla de la magia auténtica que nosotros podemos sentir como un palpitar. Esa magia no hace falta que la veamos como algo exótico de la India, también hay niños estas noches en España que lo pasan mal. En calles vecinas a las nuestras. Algunos no tendrán juguetes ni casi comida. Ojalá tengan esa unión con su mundo mágico. Ojala ellos a pesar de las dificultades tengan ese espíritu peculiar de los niños cuando todavía no se han convertido por la fuerza en adultos. Y los adultos tendremos que aprender. ¿Cómo se aprende de los niños? Algunos pensarán que su ego es víctima de un ataque. ¿Cómo ese adulto con tanta vida recorrida va a aprender de un niño? No ya no hacemos caso ni creemos que nos puedan enseñar nada. El cortometraje que hemos emitido esta semana, es todo lo contrario. Sí que podemos aprender de los niños y reencontrarnos con su mensaje. Sí que podemos, con esfuerzo, volver a ponernos en su posición. Cuando la vida era libre, a pesar de las dificultades todo era maravilloso. Esa es la visión del auténtico hombre nuevo. Hemos hablado de especialistas que creen en eso, en un renacer de la raza humana. Los niños son emisarios de esa luz que creemos como si fuera la mítica estrella de belén. Que por cierto algunos decían que era un ovni.
El ovni en el fondo es mensaje de luz y de lo fantástico. Algunos nos aferramos, queremos seguir siendo niños. Y nos maravillamos con niños como esta. Estos niños están a nuestro alrededor, no están lejos. Están cerca y a veces requieren nuestro cariño y nuestro apoyo. Por eso a veces hablamos con mucha dureza y nos indignamos profundamente cuando recibimos noticias de quien abusa o mata niños. Porque eso es ir contra la luz. Contra lo más sagrado. Se podría hablar de muchas cosas, pero ir contra un niño es lo diabólico contra lo luminoso. Hay que ponerse de un lado o de otro con la indignación hacia la que nos llevan con tanto mensaje y tanto consumismo. Para mí ha sido un gran premio, espero que para ustedes también y he pensado que puede ser una buena forma de poner un poco de luz cósmica y mágica en estas navidades, que espero que las disfruten y que sean lo más felices posible. Gracias.
Hasta dentro de siete días....