¡ AAAAAAAAAAAYYYYYYYYY, QUÉ ORGASMO !
Estamos en plena encrucijada. No es exclusivo de los periodistas y los comunicadores, pero hay que reconocer que caer en graves contradicciones se está convirtiendo en el pan nuestro de cada día. Sobre todo si se trabaja en televisión. He llegado a añorar a aquellos medios paternalistas en los que la gallardía y la defensa individual de cualquier tema era posible. Aquel empresario ya no existe; las empresas son multimedia y buscan sus nichos de mercado alineándose con las causas que puedan ser más rentables. La dictadura de la audiencia , con la importante colaboración de algunos programadores ,ha hecho de lo soez y ruidoso un modo de funcionar en el que los espectadores no son los culpables principales. Porque eso genera un impacto del que es difícil escapar.
Cualquiera que quiera llamar la atención sabe que lo tiene muy difícil con un discurso coherente y riguroso; lo han entendido muy bien los políticos que hablan a golpe de titular. Conocen perfectamente el funcionamiento de los medios y unos y otros se retroalimentan, llegando en ocasiones a entrar en un círculo absurdo de declaraciones y contradeclaraciones que ,cuando se satura ,se renueva para volver a empezar.
Por eso que la campaña de las elecciones catalanas tenga como banda sonora gritos provocados por orgasmos no resulta extraño. Pero sólo se entiende como un recurso de los pequeños sin medios y casi nula visibilidad, como Montserrat Nebrera. A los demás, ya les vale .