JOSE MOTA
No es fácil colgarle una etiqueta. Desde luego es un ser complejo e inteligente y tiene esa difícil virtud de poder comunicarse con todo el mundo sin dejar de serlo. Perfecto ejemplo de que se puede ser local y universal. Alguien me comentaba que su humor es heredero de Chaplin y Buster Keaton y puede que no esté errado. Su objetivo es el placer del espectador, la risa, pero con cargas de profundidad, con una soberbia conexión con la realidad, con lo que siente la calle. No es humor blanco, pero nunca es hiriente, aún reflejando las grandes contradicciones de los personajes que parodia. Ese es su gran talento. Algunas de sus víctimas le llaman y nunca para hacerle reproches porque hay guasa pero no mala leche, no cainismo.
Ha conseguido una meritoria cuadratura del círculo. Ha ganado en audiencia al más salvaje corazoneo, ha demostrado que se puede tener el favor del público sin recurrir al espectáculo obsceno y vulgar. Y lo ha conseguido con instinto y con un trabajo obsesivo. Y con la humildad de los que conocen las verdades del barquero.
Escribo esto horas después de haber participado en un "cameo" para su especial de Nochevieja. Las tripas del programa son un reloj de precisión. El está impresionante el papel de algunos personajes de primer orden que no han sido imitados nunca. Una bomba. Y un placer comprobar que la televisión puede apostar por lo mejor y ganar.