Alaska y Canadá
Esta vez viajamos a Canadá y Alaska, en busca del oso negro, el kermode y el grizzly. Primero, vamos a una aldea de la tribu Nisga'a, una de las primeras naciones (o 'First Nations') de este territorio que se llama Columbia británica, al oeste de Canadá. En el bosque alrededor de esta comunidad, dicen que de vez en cuando se puede ver el oso kermode, sobre todo a principios de primavera. Para que os hagáis una idea, os diré que el kermode recuerda a un oso polar, porque es de color blanco, pero no tiene nada que ver con él. Debido a ese color, algunas leyendas de las tribus nativas cuentan que es un espíritu o un fantasma, y por eso le llaman ‘oso espíritu’. Por el color y quizás porque es dificilísimo de ver. Se ve que hay muy pocos.
En la tribu Nisga'a seguimos las costumbres locales para mostrar nuestro respeto a las personalidades del pueblo. Vamos a ver a un jefe de clan, el clan del castor, y le entregamos una manta. Él es escultor y ha hecho tótems súper importantes. Los tótems cuentan muchas historias, son como libros. Nos presenta a Bruce, un explorador Nisga'a que nos lleva bosque adentro remontando un río de agua helada. ¡Heladísima! Estamos ya en verano, pero todavía no hay muchos salmones por aquí, y eso hace que los osos no aparezcan. ¿Os he dicho que a los grizzly les encanta el salmón? Aun así, vamos muy bien equipados por si tenemos un encuentro inesperado: bocina, espray de pimienta y hasta un paraguas que, al abrirlo de golpe, según nos cuenta Bruce, asusta al oso más valiente.
Bruce nos cuenta que para los nativos el oso era el protector del reino animal, pero que los colonizadores europeos lo vieron más bien como una amenaza y lo mataban siempre que lo encontraban. También empezaron a vender las pieles de los osos por todo el mundo.
A pesar de la experiencia de Bruce, no vemos nada. Así que decidimos movernos hacia un lugar donde haya salmones. En esta época del año, los salmones vuelven al lugar donde nacieron remontando los ríos y allí ponen sus huevos, y después mueren. Este es un momento ideal para los osos, que van hasta donde se concentran los salmones para darse un banquete.
Llegamos a Hyder, el primer pueblo de Alaska que encontramos viniendo de la Columbia británica. Y allí me pasa de todo: lo más importante es que vemos a unos osos grizzly comiendo salmones muy cerca. ¡Es impresionante ver cómo con sus patazas pescan a los escurridizos salmones! A Amaia también le encanta el salmón y dice que desearía ser un oso para comer un poco de ese pescado. Pero también me ocurren cosas que no tienen nada que ver con los osos como, por ejemplo, que me invitan a cantar y tocar el ukelele en una especie de bar. ¡Qué vergüenza! En una tienda, una señora me insiste en que aprenda a tocar un instrumento que nunca había visto antes...
En Alaska, también conocemos a una mujer que nos explica historias terroríficas sobre los osos: de cómo uno devoró a uno de sus empleados, que estando borracho se vomitó encima y se quedó dormido a la intemperie. ¡Qué horror! Y vemos osos negros muy cerca de la carretera. Aunque los osos negros son más pequeños que los grizzly, dicen que son mucho más agresivos.
Alaska ha estado muy bien, pero nos volvemos a Canadá, esta vez volamos con hidroavión a Khutzeymateen, a buscar a Blondie, una osa que mi padre fotografió hace ya 10 años. Allí, nos alojamos en una casa flotante. En tierra sería algo peligroso porque los osos están muy hambrientos mientras esperan la llegada del salmón. En la casa está Jamie con sus hijas y otra gente. Tiene una perra que se llama Jordy y la llevan en canoa hasta la orilla para que haga sus necesidades, pero nada, un momento, ir y volver... Aprovecho nuestra estancia allí para hacer un poco de piragua, mi deporte favorito, y mientras remo tengo la oportunidad de ver a focas sobre las rocas de la orilla, y también alguna nutria.
En la primera salida desde Khutzeymateen no tenemos nada de suerte, pero en la segunda localizamos a unos osos, aunque están muy lejos y Blondie no está con ellos. Blondie se llama así porque tiene el pelo de color más claro que la mayoría de osos, pero nada que ver con los kermode. Ella es una osa grizzly muy rubia. ¡¡¡Después de buscar y esperar, finalmente aparece Blondie con sus tres crías!!!! Me recuerdan a una foto de los Beatles cruzando la calle uno detrás de otro, ¡pero los osos van por la orilla del fiordo! Creo que ese es el momento más emocionante de todo el viaje. Blondie, que ya es un poco mayor, está flaquísima. Realmente necesita que los salmones a Khutzeymateen lo antes posible. Jamie nos cuenta que, mientras, se come los mejillones que encuentra por ahí, ¡con cáscara y todo!
Nuestro paso por Canadá y Alaska ha sido genial, no sólo hemos conseguido nuestra misión, sino que hemos aprendido mucho, y me muero de ganas de volver algún día. No sé si Blondie todavía estará, pero seguro alguno de sus oseznos (¡mucho más grande!), sí.
*Fotografías de Andoni Canela