Primer vuelo invernal en globo en el Ártico
Ha sido "el vuelo más extremo y el aterrizaje más duro de nuestras vidas", me dicen los expertos de Globus Kontiki. Si dicen esto Ángel y Miquel, después de 24 años volando, y más de 4000 horas de vuelo... imagináos la entidad de este Desafío Extremo, amigos. Hemos conseguido un récord y el primer vuelo invernal en globo en estas latitudes... pero no ha sido nada fácil.
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Nuestra pesadilla no nos dejó dormir el el día previo al vuelo, y es que el riesgo de un incendio a bordo era tan real y tan posible que nos tenía muy preocupados. Por eso, la jornada anterior estuvimos revisando a fondo y protegiendo las juntas del globo para evitar posibles fugas. Además, ensayamos el procedimiento "finlandés" de campamento de supervivencia: montar la tienda de campaña y la cocina que usan los militares (entre las dos cosas, casi 100 kg de peso), cortar leña, hacer un agujero en el hielo para tener agua... y todo eso, en el más corto período de tiempo posible, ya que había que ser muy rápidos una vez aterrizáramos para entrar en calor y estar listos para la noche ártica.
"Haciendo la liebre"
Amanecimos con una previsión no muy buena de vientos (en globo es casi más importante el viento que la visibilidad), estaba un poco justito pero logramos despegar. Eso sí, con mucha complicación, porque nuestro globo pesaba una barbaridad, imagináos: el equipo de supervivencia, las pieles de reno, nosotros tres, la comida, palas... y mogollón de botellas de gas. Muchas porque queríamos batir el récord y cruzar el lago por su parte más larga (unos 70 km.), y con el frío extremo que estábamos teniendo, había que prever el uso de muchísimo gas.
Una vez en el aire, pudimos comprobar lo que el peso provocaba en el globo: que fuera más difícl de controlar. Esto se complicaba por el hecho de que con tan extremas temperaturas (llegamos a bajar de 44º bajo cero) el gas no reacciona siempre igual, ha de calentar una masa de aire muy fría y ni ellos, con tanta experiencia, podían prever lo que iba a hacer ni entendían, a veces, las reacciones del globo.
Pero bueno, ahí estábamos nosotros alucinando con el helado Inari a muchos cientos de metros por debajo (llegamos a volar a 750 m de altura), buscando y jugando con los vientos que nos dejaran seguir en la dirección adecuada, la que nos permitiera atravesar longitudinalmente el lago.
Volábamos lo que se conoce en el mundillo "haciendo la liebre", es decir: un globo muy cerca del otro, ya que nos necesitábamos mutuamente: nosotros a ellos (el globo en el que viajaban Miquel y Maarti) en caso de tener cualquier problema, y ellos a nosotros (porque llevábamos todo el material y la comida).
Dos heridos y un globo estrellado
Después de un par de horas de vuelo vimos la otra orilla, ¡ya nos veíamos con el récord en nuestras manos!, comenzamos a perder altura e iniciar las maniobras de aterrizaje, sorprendidos del fuerte viento que soplaba en superficie ¡casi 50km/h!. De repente, el globo de Miquel y Maarti nos adelanta, y vemos cómo pilla una corriente descendente que le precipita directamente hacia la costa, hacia el bosque. Al parecer, Maarti, en ese momento a los mandos del globo, hizo una maniobra equivocada y encima el quemador les falló, ¡justo cuando más lo necesitaban! Hacéos una idea del trompazo que se pegaron: a 50 km/h (los globos aterrizan con viento de cola), impactaron de lleno contra los árboles, dejando un reguero de árboles rotos a su paso. Arrancaron de cuajo uno que les tumbó la cesta, hubo hasta dos explosiones y un pequeño incendio en la vela (a pesar de que era Nomex, supuestamente resistente al fuego) y aún continuaron avanzando hasta que un gran abeto los detuvo. Una rama atravesó la cesta y le produjo un fuerte golpe a Miquel en la cintura, que afortunadamente no fue nada a pesar de lo aparatoso del accidente.
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Y ahí nosotros viendo todo, gritándoles y casi más pendientes de ellos que de nuestro aterrizaje, cuando de repente Angel grita: "agárraos..." ¡demasiado tarde! Habíamos perdido la referencia del suelo por la superficie blanca del lago y antes de darnos cuenta ¡pataplán!: ¡hasta tres impactos fortísimos en el hielo! Aunque nosotros sí habíamos logrado frenar un poco el globo, la fuerza del los golpes fue brutal y nos arrastramos hasta 300 metros por el lago helado hasta detenernos.
Acabamos hechos un amasijo de cuerpos, material, y nieve que entraba en la barquilla, hubo auténtico caos hasta que se paró por fin el globo. Emilio se hizo daño en el brazo, yo en el cuello y Ángel a punto estuvo de abrasarse con los quemadores... ¡pero al final no pasó nada!
Con razón dicen los de Globus Kontiki que ha sido su vuelo más radical...
Corrimos hacia nuestros compañeros, a un kilómetro de nosotros, para comprobar su estado y el del globo (colgado en los árboles) y rápidamente nos dispusimos a montar el campamento.
No hubo ni gritos de desafío conseguido ni nada,amigos.. teníamos a dos personas un poco heridas (aunque no revestían gravedad) y un globo estrellado en los árboles...
Eso no pasaría hasta el día de hoy, en que nos vinieron a rescatar y, tras toda la jornada recogiendo material, hemos regresado, por fin, todos, sanos y salvos, a nuestro campo base.
Así que ahora sí que sí...
¡¡DESAFÍO CONSEGUIDO!!