Viviendo a 5.000 metros
¡¡Hola amigos!!
Han pasado apenas dos días desde que escribí mi primera crónica; y en tan sólo dos jornadas nos hemos plantado ya a más de 5000 metros. Estamos durmiendo a 5.100 metros de altura, ¡¡una barbaridad!! Ha habido muy poco tiempo para aclimatar y ganar altura poco a poco... y nuestro Rafa ha empezado a encontrarse mal, ha sufrido el mal de altura, pero nada grave. Le estamos dando analgésicos, hidratándole.. seguro que mañana está bien, ¡es un tío fuerte, ya lo sabéis! El resto, estamos bien, los cuerpos están quizá más acostumbrados a la altitud, tienen efecto memoria y hemos aclimatado bien (aunque todos sentimos la altura, pensad que a 5000 metros se cuenta con un 55% del oxígeno existente a nivel del mar!). Sólo hoy hemos pasado tres collados de casi 5300 metros, así que este arrechucho de Rafa es completamente normal.
La sorpresa enorme del día nos la ha dado un gran rebaño de corderos azules; se caracterizan porque tienen la panza muy azul, y son una rareza. Ya desde el siglo XIX se organizaban expediciones para ver a este animal, y es que resulta muy difícil de ver, es muy esquivo y nosotros hemos visto un rebaño de 27 machos, ¡bestial!. Encima nos ha dejado acercarnos hasta unos 30 metros, ¡los hemos filmado y fotografiado hasta hartarnos! Cuando ves cosas así te haces una idea de dónde estás... ¡Estos paisajes son lo más salvaje y remoto que te puedes imaginar! No hay nada, apenas nadie, es muy impactante.
A por los seismiles vírgenes del Korzok
Y vamos rodeados de montañas que ya rondan los seis mil metros, todas son buenas montañas si quisiéramos ponernos a escalar... pero nosotros ya sabéis que vamos a por las del Korzok, que, entre cosas, son de una verticalidad impresionante. En esa cordillera, entrando por el oeste, es donde se esconden nuestros objetivos, los seismiles vírgenes del Korzok, unas montañas muy desconocidas que, en su vertiente oeste carecen totalmente de referencias.
El caso es que todavía no hemos encontrado ninguna caravana de yaks, porque todavía hay mucha nieve, hace frío... es más fácil verlos en época estival. Al poco de salir de Rumtse nos cruzamos con un arriero que bajaba con sus cuatro caballos y nos contó que al parecer hay tres caravanas en otro valle paralelo a este, con muchos animales.. Ahora nos estamos planteando qué hacer.. si vamos en busca de las caravanas perderemos el objetivo al que queríamos ir, y tendríamos que buscar otras montañas...
O sea, o cambiamos de ruta y cruzamos los valles para encontrar a los pocos nómadas que quedan en el planeta, o intentamos seguir hasta el Korzok, y esperar que nos aparezcan por el camino. En esa tesitura estamos ahora... Es lo que tiene estar en mitad de la nada, decidiendo dónde vamos, si cruzamos valles salvajes , o no... ¡y disfrutando mucho de la exploración!
Estamos registrando continuamente coordenadas, datos, altitudes... de toda la ruta. Si no cambiamos, dormiremos mañana al borde del Tsokar -un lago del que sacaban la sal para abastecer el valle de Nubra- en unas aldeas que están dentro de los asentamientos humanos permanentes más altos del mundo, porque viven los 365 días del año a 4.500 metros ¡Esos sí que están bien aclimatados..!
Me despido por el momento, amigos. Pronto sabréis qué decisión hemos tomado aquí, en estas salvajes tierras del Chang Tang…