Territorio Salvaje (2 de 3)
Es un lugar muy extraño, aunque también hemos conocido a un suizo que se autoexilió en este pequeño lugar apartado del mundo. Se llama Denis, y es una auténtica enciclopedia, se dedica a recopilar información de Tierra de Fuego, es increíble la documentación que maneja, y en su oficina descubrimos la mejor foto hasta ahora de la Cordillera Darwin.
Nos recopila información y es muy valiosa, sobre todo la fantástica foto. También nos dice que la ruta por la que queremos descender da paso a lugares en los que jamás nadie antes estuvo. Es territorio virgen, una gran zona en blanco en los mapas, cero de información, pero eso es lo mas atractivo. Ahora sabemos con certeza al 100% que exploraremos una ruta nueva, llena de obstáculos, que pueden ser insalvables, lo que nos obligaría a retroceder nuestros pasos. Por la foto que nos ha dado, hay tres escollos principales, de difícil resolución, pero eso es lo bonito, que nos vamos a explorar, además de escalar en un territorio inhóspito.
Ese día decidimos dormir en Puerto Williams, pues el velero llegó a las 8 de la tarde y no se puede pasar la aduana. Tenemos que esperar al día siguiente, y tampoco podemos dormir en el velero ni nuestros amigos pueden salir de él, pues no tienen la visa de Chile, y no hay aduaneros.
Al día siguiente despertamos en casa de Denis, una encantadora casita de madera muy frágil que está enclavada en la misma costa, con vistas al canal de Beagle, y todas sus paredes son cientos de libros y documentos de Tierra de Fuego. Es momento de despedirnos y regresar al velero, pues por radio nos confirman que los papeles están resueltos y los trámites de aduana todos correctos.
De nuevo en el velero -y ahora sí todos embarcados- nos despedimos del resto de vecinos con velero, pues esa es otra, hay como 10 veleros más, de gentes nómadas que viajan por el planeta y se dejan sorprender por lugares increíbles que a veces les atrapan, como a unos italianos que llegaron hace trece años y allí siguen viviendo en el velero.
Por fin zarpamos y navegamos por el canal de Beagle rumbo oeste, hacia nuestro objetivo: la Cordillera Darwin.
Tenemos que alcanzar una bahía que se llama Yendegaia, pero antes recorremos el canal que tiene 300 km de largo por 400 de profundidad. Anteriormente era un gran glaciar que se derritió y se convirtió en un paso natural desde el Océano Atlántico hasta el Océano Pacífico.
A ambos lados se descuelgan vertiginosas paredes de las montañas contiguas, que se alzan verticales hasta cimas de más de 2000 metros, donde los glaciares llegan incluso hasta el mar. Es todo un espectáculo para la vista este lugar, es casi de fantasía.
Navegamos con fuerte viento y en unas 10 horas llegamos a la bahía Yendegaia. Fondeamos el velero de 14 metros, y en un pequeño bote desembarcamos. Aquí sólo vive una persona, la única que habita en el basto territorio de Cordillera Darwin. Lleva aquí 14 años solo, cazando vacas cimarronas, es decir, salvajes. Es un gaucho llamado José, pero un gaucho de los que ya no quedan, está curtido por la dureza de un trabajo infernal, y solo, siempre solo. Hasta hace dos años, cuando llegó un velero con una chica belga y su pareja, a los que se les terminó el amor precisamente en este lugar. Ella se enamoró de José, curiosamente también en este lugar. Desde entonces vive con él y se ha acostumbrado a esta vida tan dura. Ahora le ayuda en la caza de vacas salvajes con sus perros y caballos, que también eran salvajes, hasta que José los domo. Esta chica se llama Anamy, y nos ha resultado de gran ayuda, pues José está de viaje y sólo esta ella. Nos da una buena noticia: ella misma dirigirá la caravana de caballos hasta el campo base.
Esa misma noche cenamos un exquisito asado de cordero en su humilde casa, bien calentita, pues fuera hace un frío húmedo muy desagradable. Conversamos hasta la una de la madrugada y nos ha contado historias increíbles de su nueva vida.
Nos vamos al velero a dormir, pues el día siguiente será muy duro.