Ahora miramos atrás y nos damos cuenta que hemos conseguido algo muy difícil: entrar en el alto Dolpo bien avanzado octubre, a las puertas de noviembre. También somos conscientes, por la información que tenemos de ultima hora, de que todos los paso de salida del alto Dolpo están como este, cerrados a los animales de carga. Ahora no sabemos cómo saldremos de aquí, pero preferimos solucionar día a día los problemas.
Nuestro objetivo es alcanzar el Reino de Mustang atravesando el alto Dolpo, la región más inhóspita del Nepal y casi diría yo de todo el Himalaya. Pero antes nos gustaría hacer algunas escaladas, sobre todo el Arniko Chulé, de más de 6.000 metros, cuya cima es frontera de las regiones de Dolpo, Mustang y Tíbet. Pero la realidad es que nuestro próximo objetivo puede ser cómo buscar la manera de salir del alto Dolpo cuando terminemos de alcanzar la parte más alta de estas frías y desoladas tierras. Seguimos ruta una vez descendido el gran paso de montaña de 5.400 metros de altura y, al atardecer, aparece ante nuestros ojos el monasterio de Shey, de 600 años de antigüedad, un centro de peregrinaje budista que se encuentra frente a las llamadas montañas de cristal, un lugar fuente de energías positivas según ellos, y donde sólo se encuentra este antiguo monasterio, a 4.500 metros de altitud. Decidimos pasar la noche aquí. Es un lugar cargado de historias. Incluso dicen que hace mucho tiempo se practicaba la religión Bon, antecesora del actual budismo lamaísta. Hay quien afirma que había monjes aficionados a la magia negra y hechizos. Sin duda aquí se podría dar cualquier escenario, y asusta un poco oír estas historias en este lugar tan aislado del mundo.
Al día siguiente emprendemos camino hacia Namgjun, otro monasterio aislado en mitad de la nada y de semejante altitud, pero antes nos espera otro collado de 5.100 metros que se nos hace muy largo, sobre todo por el intenso frío. Sin embargo, cuando lo coronamos nos quedamos boquiabiertos al contemplar las montañas que bordean el Tíbet. No alcanzamos a calcular cuántos kilómetros podemos ver en la distancia, pero son cientos. Creo que es la vez que alcanzo a ver más distancia desde una altura. ¡Es gigantesco! Visitamos a los monjes, que nos atienden con suma complacencia, y ya por la mañana seguimos rumbo hacia Saldang, la capital, por llamarlo de alguna manera, del alto Dolpo.
Llegamos a mediodía y pronto nos damos cuenta que es la primera aldea que vemos desde que llegamos al alto Dolpo,… y es una aldea con abolengo. Las casas son grandes y la vida bulle. Todas las mujeres y hombres trabajan desgranando la cebada de las espigas, preparándose para el largo invierno. De esta aldea son los famosos caravaneros del Dolpo. De aquí parten todas las caravanas que atraviesan el Himalaya hacia el Tíbet en busca de la sal para comerciar con ella en las tierras bajas del Nepal.