El Makalu es una montaña compleja y muy aislada. Se suele tardar 16 días en llegar a pie desde el último punto donde te puede dejar una avioneta, y como intentaré esta escalada en una época nada propicia tendré que alquilar un helicóptero ruso de carga donde se trasladará todo el equipo, incluidos los sherpas y el cocinero.
Es un vuelo muy arriesgado donde han ocurrido numerosos accidentes: durante el rodaje de un programa sobre esta montaña, un helicóptero de iguales características desapareció con la consiguiente muerte de todos sus ocupantes sherpas más la tripulación de origen ruso. El vuelo lo realizaré desde Lukla y aterrizaremos cerca del Makalu a unos 4.800 metros de altura. En dos jornadas nos desplazaremos al definitivo campo base, que según las condiciones de la nieve se puede situar entre los 5.300 metros o los 5.700 metros.
La primera ascensión al Makalu la realizaron en 1955 los franceses Jean Couzy y Lionel Terray, por la ruta llamada ‘Makalu La normal’, la misma que utilizaremos. Desde entonces la han ascendido expediciones de diferentes países, aunque casi todas en la primavera, pues en el otoño los vientos, las bajas temperaturas y nevadas son más violentas y frecuentes. Su nombre en tibetano significa el Gran Negro a causa de su silueta inmensa y oscura.
Esta a sólo 25 kilómetros del Everest, pero su aproximación se realiza a través de un valle distinto, mucho más inexplorado y alejado de cualquier forma de vida humana. Estaremos solos y la ayuda no será posible en caso de problemas, pues no hay nadie a muchos kilómetros alrededor, y este factor de extremado aislamiento deja inexorablemente una huella psicológica que será una carga para todos los expedicionarios durante los dos meses que durará esta expedición.
Es sin duda el mayor reto alpinístico de mi vida. Nunca antes me he enfrentado a una montaña de estas dimensiones, con tan poco equipo, sin apenas personas para trabajar en la ruta, en completo aislamiento; donde un fallo, puede ser fatal, pues no hay ayuda de otras expediciones, y teniendo que equipar la totalidad de la ruta con unos 3.500 metros de cuerda fija, montar y abastecer los campos de altura, y lo peor de todo, abrir la profunda huella de las nevadas caídas durante el monzón que estará aun activo un mes más, mientras trabajaremos en la montaña en condiciones infernales.
Será muy duro, extenuante, peligroso, fuera de la temporada de buen tiempo, pero también una experiencia brutal. Todo ello lo veréis en mi programa de DESAFIO EXTREMO, y lo disfrutaréis en tiempo real a través de mis crónicas.
Nos vemos amigos, Jesus Calleja