En el santuario del Yeti
¡Hola amigos!:
De nuevo encuentro un momento para escribiros y manteneros al tanto de este Desafio Everest que nos está dando momentos increíbles. A pesar de las expediciones que llevamos a nuestras espaldas, ésta ya os digo que es especial, tanto por el gran equipo desplazado como por las mil y una experiencias que vivimos cada día, ¡y por lo bueno que resulta compartir con los aspirantes sus primeros pasos en el Himalaya!
Hacia la barrera de la muerte
Seguimos nuestro avance por el Solo Khumbu en dirección al Campo Base del Everest, desde donde afrontaremos las jornadas de ascenso que esperamos terminar en el Campo 3, a 7.300m de altura, en la barrera de la muerte.
Los aspirantes de este Desafio Everest están sobrepasados por la aventura en la que se han metido y os aseguro que lo que están viviendo ¡¡supera con creces lo que habían imaginado!! Los paisajes, las gentes, la preparación para llegar al objetivo, todo es nuevo para ellos, y aunque algunas situaciones les están resultando muy duras (como es lógico) la verdad que los veo motivados y con unas ganas increíbles. ¡Una buena panda la que nos hemos traído, sí señor!
La verdad es que la altitud tiene un efecto interesante sobre las emociones...como ya os contaba en la anterior crónica, pronto íbamos a poder contemplar la silueta del Everest durante el trekking de aproximación... y así fue. ¡Y claro! como cabía esperar todos, los aspirantes, el equipo, y yo mismo, por más que lo he visto muchas veces, nos emocionamos increíblemente. ¡Y no es que estemos ñoños, es que... es la montaña más grande del mundo, e impresiona que no veas: nunca, nunca deja indiferente ver esa pirámide negra alzarse hasta casi 8850 metros de altura...! Y como ya os digo, poder compartir este momento con todo mi equipo, con los aspirantes... ha hecho la atmósfera aún más especial, más emocionante.
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Formamos un equipo inmenso, tan grande que por aquí no recuerdan otro igual... entre los aspirantes, el equipo de TV, y los porteadores, guías, animales de carga...somos más de un centenar de personas, una expedición de las de antes, las que se denominaban “pesadas”!.
Allí por donde pasamos, ya os lo he contado, llamamos muchísimo la atención. No os podéis imaginar cómo es esto. ¡A ver si saco tiempo y puedo dedicaros toda una crónica a contaros con más detalle cómo estamos haciendo Desafío Everest!
Tras nuestro paso por Namche Bazaar, la capital sherpa, pusimos rumbo a Khumjung, una aldea muy conocida porque en su monasterio se guardan los restos del Yeti… ¡y hasta aquí puedo leer! Juzgad vosotros la foto... Si tenemos que fiarnos de lo que cuentan las gentes del lugar, no hay duda de que el famoso hombre de las nieves existe. Hay testigos por todas partes y quien más o quien menos lo ha visto, o conoce a alguien que jura haberlo visto. Yo, desde luego, creo en su existencia.
También en Khumjung hemos visitado las escuelas de Hillary, fundadas por Sir Edmund Hillary, que pisó la cumbre del Everest en 1953 acompañado por el sherpa Tenzing Norgay. Hillary se convirtió en un gran benefactor de esta región y dedicó su vida a luchar para mejorar las condiciones y la educación de este pueblo, del que se enamoró y al que nunca dejó de apoyar. La escuela tiene varios barracones, grandes y con mucha luz. Tienen equipos informáticos y recursos. Aquí estudian casi trescientos alumnos y muchos de ellos llegan a la Universidad. Este centro es desde luego crucial para el crecimiento y progreso de este valle fascinante.
Detenidos dos miembros del equipo
Más anécdotas que nos están pasando en este rodaje: en esta región, hay muchos ríos que forman cañones muy profundos y bajan cargados de agua tras el monzón, son auténticos torrentes que no se pueden vadear. Así que los puentes son puntos estratégicos de comunicación y transporte de mercancías. Al igual que suponen un valor muy importante para el país, son el punto débil en el caso de un ataque y por eso están vigilados por el ejército. Y como estamos atravesando muchos ríos en nuestro recorrido, tenemos encuentros frecuentes con el ejército nepalí, que siempre nos somete a preguntas acerca de lo que hacemos... y a veces nos mete en algún que otro lío! A Emilio, cámara de Desafio Extremo y a Enrique, de Taranná Trekking (que es quien se encarga de la logística) los han detenido dos horas cuando estaban colgados en una pared metiendo los seguros para una secuencia aérea y espectacular. ¡Menos mal que pudimos movilizar a nuestros contactos en Kathmandu para que les soltaran y pudieran continuar su tarea!
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Nuestro siguiente destino ha sido Tengboche, conocido por su monasterio y porque tiene una vista de cumbres increíble. De izquierda a derecha se ve a lo lejos la arista del Nuptse, la parte piramidal final del Everest, la pared sur del Lhotse, el Ama Dablam, el Kangtega y el Thamserku. ¡Imagináos encontrarse en el centro de estas cumbres, altísimas, imponentes, envueltas en leyendas!
En Tengboche asistimos a una ‘puja’, el rezo de los monjes, y recibimos la cata, pañuelos de seda que se ofrece a los viajeros como señal de respeto y hospitalidad. La ceremonia era a las 6 de la mañana ¡y no veáis lo que me costó convencer a Rafa Lomana para que se levantara a las cinco y media para estar a tiempo con los monjes! Me he empeñado que este hombre rudo se acerque a la espiritualidad de la religión budista; es muy desconfiado con todo lo que no conoce, ¡pero he vencido su resistencia para esta ceremonia! Eso sí, ha entrado en el monasterio pensando que le iban a hacer algún tipo de brujería y nada más salir se ha comprado otro crucifijo!!
Poco después continuamos el trekking dejando Tengboche atrás y dirigiéndonos hacia el norte, lo que significa adentrarse en uno de los paisajes más misteriosos y únicos del mundo: un enorme bosque de rododendros. Lo que en zonas de Pirineos es un arbusto, aquí en esta altitud extraordinaria y en esta latitud, se convierte en árbol.
Hoy estamos en Pangboche, a 3.930 metros sobre el nivel del mar. Mañana pasaremos de los 4.000 metros y nuestro Doc se teme que empezarán los problemas de mal de altura. Por el momento, tenemos casos leves en el equipo y entre los aspirantes. Algún dolor de cabeza, diarreas puntuales, y ya aparece la famosa tos del Khumbu, que se agarra al pecho y ya no te abandona hasta que desciendes de los 3.000 metros.
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Como veis, no os doy detalles de cómo se adaptan los aspirantes, porque eso lo veréis en el programa. Lo único que os digo es que me he reído como nunca, y también me he enfadado y emocionado. Son muy torpes, aunque aprenden rápido. Están desbordados por todo, y no paran de decir que esto es mucho más, de verdad, de lo que imaginaban y que esta expedición ¡les ha cambiado la vida!
Amigos, pronto seguiré contándoos cosas de esta nueva aventura que estamos viviendo con mucha intensidad. ¡Hasta pronto, Namaste!"