Hola amigos. La bahía para protegernos de la tempestad que Roger y los otros tres capitanes de los veleros que aquí nos hemos juntado ha sido un éxito. Hemos amarrado todos los barcos juntos, y los hemos sujetado a las rocas de los alrededores, además de tenerlos bien anclados.
En efecto, la tormenta ha sido muy dura, aunque no tanto como la que casi nos destroza el velero unos días antes. Lo mejor es que estamos en una bahía muy tranquila y protegida de los vientos por todas partes, por lo que en el interior las ráfagas más fuertes que medimos fueron de 80 kilómetros por hora, muy bajas en comparación con los 150 kilómetros por hora que sopló a tan sólo unos metros de donde estamos situados, es decir, al otro lado de esta pequeña bahía.
Incluso pudimos darnos una vuelta con los dos botes neumáticos para filmar a las focas leopardo que estaban entorno a nuestro velero. También visitamos la base antártica de los ucranianos, que está abitada todo el año. En esta base lo primero que hacen cuando te invitan a conocerla es beber vodka que ellos mismos destilan. Esta base tiene el tufillo de la Rusia comunista. Aunque las 14 personas que lo habitan son muy amables y no nos dejan pagar ni un sólo vodka. Aunque tengo que reconocer que estábamos mas cómodos en la base española o la argentina.
En esta base ucraniana había un personaje, que debía de ser científico, y que estaba bebido como una cuba, y con su extraña vestimenta: pantalón de raso negro, camisa como de seda sintética negra, zapatos negros (primeros zapatos que veo en la Antártida), y una corbata como no podía ser menos de color negra y brillantes por dentro de la camisa. Pues bien, este tipo se estaba poniendo además de pesado violento, y tuvimos que batirnos en retirada mucho antes de lo esperado porque nos daba la impresión que quería iniciar una pelea. Nada que ver con el resto de los otros inquilinos de la base, todos ellos muy amables. A este individuo lo disculpamos, pues llevaba casi un año.
En la base ucraniana, se ve que no están para muchos gastos y sólo llega un barco con provisiones y científicos. Hasta el año siguiente no les recogen, por lo que llegar a un estado de extraña excitación cuando ven a alguien es casi comprensible. Imaginaros 14 hombres de la base, nueve de nuestro barco, cuatro del velero francés, otro que viaja solo en su precario velero desde Nueva Zelanda, y otros cuatro que vienen en el Philos, hacen un total de 32 hombres frente a tres mujeres. Los que estaban emparejados protegían a sus “churris” como un león protege a sus leonas, y pobre de la que se descuidara. Nosotros nos encargamos de proteger a María, que el “plasta hombre de negro”, ya se estaba pesadito.