Más experimentos
Aquí seguimos, probando experimentos. Ahora nos toca comprobar si funciona otro equipo que transportamos. Nuestro segundo experimento por hoy: dos trajes que te permiten meterte en ellos con la ropa puesta en menos de un minuto. Se cierran hasta el cuello, pero no son estancos a partir de esta zona. Por eso hay que tener mucha precaución para no meter la cabeza dentro del agua, porque entraría irremediablemente y, si es mucha, te enviaría al fondo del mar ártico.
Decido apuntarme voluntario, para la prueba. Me lo instalo y me acerco al borde del témpano. Delante de mí, un oscuro mar y 4000 metros hasta el fondo. Meto los pies, luego las piernas, no me entra agua, continúo con el resto del cuerpo y ya está. Estoy flotando dentro de un extraño y novedoso traje, en medio de este mar, rodeado de hielo por todas partes. Hago pruebas de nadar verticalmente, arrastro el trineo y con el piolet avanzo rompiendo el hielo de poco grosor. Después entra Ramón y seguimos con las pruebas, también Emilio lo prueba y nos ha funcionado. Este invento es de un noruego, considerado como el más “máquina” en exploración actual ártica, Ousland Borge. Cuando le veamos le diremos que funciona.
Pero aún nos queda otra cosa por hacer:
El año pasado, los rusos enviaron un submarino al mismísimo Polo Norte, descendiendo hasta el fondo a 4.300 metros y colocaron una bandera de Rusia. Dijeron que tomaban posesión de esa zona para su explotación futura, cada día más cercana, de las grandes reservas de petróleo y gas que hay debajo de este mar helado. Países como EEUU, Canadá, Noruega, Dinamarca, etc. se encolerizaron al ver las imágenes que dieron la vuelta al mundo.
Nosotros en un acto sincero, como los rusos, decidimos hacer algo que opinamos tiene el mismo valor:
Agujereamos un termo para que se llenara de agua y le atamos un cordino, al que unimos la bandera de León, la única que teníamos en representación de España, y la enviamos hacia el oscuro fondo de 4.300 metros de profundidad del Polo Norte, como los rusos. Ahora Rusia y España tienen bandera en el fondo del Polo Norte, con una ligera diferencia: Rusia se gastó unos millones de dólares en enviar un submarino y nosotros nos gastamos 15 euros en el termo.
A las 22.30h., sin comer nada en todo el día, montamos el campamento a 200 metros de la enorme grieta. Ahora que estamos acomodados a las dos de la mañana, empezamos a cenar y oímos un ruido seco. Salimos de la tienda y a sólo 25 metros vemos que se ha abierto una grieta de medio metro, en la que aparece agua liquida. Aquí todo esta en movimiento y tenemos que vigilar esta grieta para ver hacia dónde evoluciona. Nos organizamos en turnos de tres horas cada uno y si sigue creciendo, que es lo que está haciendo en este momento, tendremos que plegar el campamento y colocarnos en otro sitio.
Mañana, continuaremos nuestra expedición de nuevo al Polo Norte, al que estimamos llegar en dos días, la deriva y el tiempo que hemos dedicado a los experimentos, nos ha alejado de nuevo a unos 20 kilómetros del Polo Norte.
La expedición está saliendo increíble, hemos podido probar muchas cosas, hacernos una idea de este clima hostil, sacrificarnos al límite arrastrando los trineos muy cargados y, sobre todo, quedarnos en los alrededores del Polo Norte. Para el jefe de la base rusa Borneo, a quien damos el parte diario vía teléfono satélite, somos el “incredible team”, ya que, normalmente, cuando una expedición llega al Polo arrastrando un trineo, lo último que quiere es quedarse unos cuantos días, soportando el sacrificio y la rutina del rigor ártico. Pero nosotros hemos venido a probar diferentes cosas, observar lo que ocurre aquí mismo, ver qué gente viene, cómo son los temporales, experimentar nuevos conceptos árticos y entrenarnos en uno de los lugares más extremos y radicales del planeta.
Si queréis saber si conseguimos llegar por tercera vez al Polo Norte, estad atentos.
Jesús Calleja desde el Polo Norte