Bueno, amigos, finalmente hicimos caso al arriero que nos habló de la presencia de unas tres caravanas con nómadas en otros valles. ¡Y menos mal! Acertamos de pleno... y gracias a ellos pudimos vivir una experiencia increíble de la mano de estas gentes tan sencillas y amables y que nos dejaron absolutamente alucinados a todos.
Tras deliberarlo, decidimos ir en su busca, pero sin desviarnos demasiado de la ruta del lago Tsokar; así que fuimos por otro valle paralelo, siguiendo las indicaciones del buen arriero... ¡y sí! ¡al final las encontramos! encontramos las caravanas de nómadas... No las teníamos, para nada, todas con nosotros porque sabíamos que era demasiado pronto, que había demasiada nieve en los pasos altos y que, casi seguro, no íbamos a poder verlos... así que no os podeís imaginar la alegría que nos llevamos al verlos.
Necesitábamos que nos informaran de cómo estaba la ruta y los collados hacia las montañas del Korzok (ellos son los únicos que conocen realmente esa información) pero es que, además, encontrarnos con estas gentes, de los pocos nómadas auténticos que quedan en el planeta, era sin duda uno de los atractivos más increíbles de este Desafío. Ha sido fascinante, amigos... ¡parecía casi irreal, como una película! Como revivir esas historias de gentes y tribus milenarias en lugares remotísimos, historias casi sacadas de un cuento. Viven los 365 días del año en sus “robo” que así se llaman sus tiendas, donde abuelos, hijos y nietos comparten poco más 10 metros cuadrados de espacio. Su manera de vivir es tremendamente básica y tradicional: utilizan los excrementos de sus rebaños de yaks como combustible –no poseen otro material- para calentarse y hacer la comida. Su comida también es muy básica, la tsamba, harina de cebada con sal y mantequilla rancia de yak, y el té tibetano, que lleva mantequilla rancia de yak y sal, y ya está... no comen otra cosa.
Básicamente se mueven a la semana dos veces, recorriendo valles y superando en ocasiones collados de hasta 5.500 metros con todo el ganado, para asentarse sobre los 4800, 4900 metros. Están como una semana ahí, y cuando acaban el pasto se vuelven a mover. La tienda es, precisamente por esa necesidad de moverse rápido, muy, muy básica.
Ha sido complicado y difícil dar con ellos, pero fascinante ¡y ellos también han alucinado con nosotros! Hemos estado en sus estancias, comido con ellos, bebido el té con ellos... y luego lo más sorprendente … descubrir que hay dos tipos de nómadas .. los nómadas chantaníes, los que viven en la Meseta del Norte, y los nómadas tibetanos, que no tienen nada que ver con los originarios del Chang Tang, pero que viven exactamente igual, la única diferencia es que la tienda de los nómadas tibetanos está tejida con la propia lana de yak. Habrá unos 7000 nómadas tibetanos por estas montañas y valles, que vinieron aquí desde su tierra natal, Tíbet, en los primeros años sesenta. La alternativa que se les ofrecía tras el cambio de gobierno no les satisfacía en absoluto, ya que proponían una vida asentada en aldeas de pastores, y ellos querían vivir según su método tradicional, libres y nómadas, al igual que sus antepasados durante generaciones.
Es una vida que te hace retroceder en el tiempo, como si se hubiera detenido de una manera radical! No hay nada, nada, que se asemeje a nuestro estilo de vida… son totalmente diferentes, y poder verlo y vivirlo resulta impactante, y muy bonito.
Por supuesto les hemos acribillado a preguntas sobre la ruta que hemos de seguir! Nos han estado indicado cómo alcanzar la cordillera del Korzok y ya nos han avisado que los collados que vamos a encontrar estarán con mucha probabilidad, cubiertos de nieve, sobre todo el último, a 5500 metros de altura. Nos han advertido que va a ser complejo que lo pasemos con nuestra expedición al completo y nuestros 14 caballos (para ellos es tan complicado pasarlo con el ganado que hasta agosto no van). Y bueno, alucinan con que vayamos a escalar al Korzok, porque para ellos es algo muy especial, una de las grandes cordilleras de la zona, la respetan con mucha veneración. En fin, ha sido espectacular toda la vivencia con ellos, el poder compartir tan diferentes modos de vida...
Pudimos llegar hasta el lago Tsokar, porque aunque nuestro trekking varió para ir a buscar las caravanas, logramos llegar a nuestro destino, este importante lago glaciar que, como es habitual por aquí, tiene una historia muy curiosa. No tiene desagües a ningún río, eran cuencas glaciares que quedaron reducidas a agua cuando el glaciar se fue derritiendo. El agua se evaporó en gran medida y lo que vemos ahora es lo que ha quedado. No tienen drenaje, pero a cambio provocan humedales que son fantásticos para estos nómadas porque provocan que haya pasto. De hecho bajan hasta estos lagos en invierno para que el ganado coma la hierba que tapiza los alrededores.
Hoy es 15 junio, y tenemos la suerte de que es el cumpleaños del Buda más importante para ellos, Sakyamuni, ¡así que es fSakyamuniiesta, en Tsokar! Es sólo un pequeño campamento de tibetanos, un pueblo con muy poquita gente pero que nos ha acogido genial, nos han dejado estar con ellos en el monasterio, nos han hecho una puja.... ha sido muy divertido y muy especial, vais a disfrutar con este programa, ya lo veréis.
Bueno, amigos, mañana nos internamos hacia territorio hostil y todavía más indómito! De momento tenemos buen tiempo, estable, aunque con mucho frío todos los días; es una ruta de mucha altitud, de hecho ahora, al salir de Tsokar (4500 m), volveremos a dormir entre los 5000 y los 5300 metros. Y seguimos vigilando a Rafa de cerca porque aunque mejoró mucho del jamacuco que le dio por la altura, a partir de mañana volveremos a estar muy alto, pero lo tenemos controlado, no hay problema.
¡¡Hasta muy pronto, amigos!!