Hola amigos, no os voy a desvelar cómo termina esta expedición hasta el final de esta crónica, prefiero relataros paso a paso el desenlace, pues no tiene desperdicio hasta el final.
Pasamos la noche escuchando ruidos por todas partes. Es tal la cantidad de seracs (acumulaciones de hielo colgantes), que cada 10 minutos oímos los tremendos desprendimientos. Da la impresión que estamos en mitad de un frente de batalla, pues el hielo cuando rompe lo hace en forma de un gran estallido, seco y profundo para luego iniciarse el desprendimiento y la consiguiente avalancha. Es tal el ruido que te despierta continuamente, nunca te acostumbras porque los sonidos son imponentes, a los que hay que sumar los continuos frentes de tormentas que nos sacuden constantemente, haciendo que los trozos de hielo que arrastra el viento más el agua nieve que nos cae, parezcan bólidos que se estrellan estrepitosamente contra la tela de la tienda.
Todos estos ruidos unidos al asilamiento en el que estamos, acentúan la constante preocupación por resolver esta expedición. Es una mezcla de sensaciones contradictorias. Por un lado nos excita estar donde estamos, explorando lo desconocido, y por otro nos impone y atemoriza todo lo que nos puede ocurrir, especialmente encontrar una ruta de salida a este “quilombo” como dicen los argentinos a los grandes líos.
Esto es lo que se entiende como exploración, nada es gratis y todo conlleva esfuerzo, tenacidad, un toque de miedo a lo desconocido, y estar preparado para solventar todas las sorpresas, que serán muchas.
Amanece muy pronto pues en estas latitudes solo hay un máximo de cinco horas de noche, y pronto nos preparamos para estar en marcha lo mas rápido posible. El día intuimos será largo. Hoy desvelaremos el tercer obstáculo y si la suerte nos acompaña intentaremos el cuarto y definitivo obstáculo.
Caminamos por un sector del glaciar lleno de grietas que están todas cubiertas de nieve, pero donde no hay grietas se puede caminar muy bien pues el hielo es azul y se ve claramente los peligros. Al principio íbamos deprisa, pero pronto la situación cambia, y las grietas se hacen más constantes y de mayor tamaño, lo que nos obliga a realizar muchos ziz-zag, pues imposible saltarlas. Habíamos calculado que el glaciar Alemania tendría unos 20 kilómetros, pero sin duda serán muchos mas, pues este zig-zag duplicará la distancia.
No podemos equivocarnos ni una sola vez, pues las grietas son muy profundas y calculamos que el espesor en la parte central será de 500 metros de grosor hacia abajo. Pronto se convierte en rutina y eso es peligroso porque te habitúas y ahí esta el peligro, en la confianza que coges, pudiendo cometer un error fácilmente.
De echo Luis Turi comete el típico de principiante, que podíamos caer cualquiera de nosotros: “Total, para un grieta cubierta de nieve, esta la paso y ya está”. Ni corto ni perezoso se pone atravesarla por encima de la nieve, y de repente se hunde hasta la cintura y no sigue cayendo porque se estira en el último momento, clava su piolet en el borde y se salva por los pelos. Error grave que él mismo asume. No podemos relajarnos ni un solo segundo. Esto nos espabila y vamos con mil ojos sobre el glaciar.
Esto sucede porque sólo tenemos en la mente el OBSTÁCULO Nº 3 y lo divisamos en la lejanía. Nos acercamos después de cuatro horas a este OBSTÁCULO Nº 3, y claro está que las fotos no engañan. Las grietas son claras en la foto, y en la realidad son más grandes de lo que esperábamos a primera vista.
El glaciar hace una curva pronunciada y desciende a la vez, con lo que la torsión es brutal y genera esas grietas gigantes con levantamiento de pináculos verticales de decenas de metros, insorteables. No encontramos salida por el glaciar, y tenemos que dirigirnos al borde lateral izquierdo según nuestra marcha sur-oeste.