El OBSTÁCULO Nº 3, es eso, grietas gigantescas por la excesiva presión lateral, a lo que hay que sumar la incorporación de otro glaciar lateral, con mucho desnivel y un caos de morrenas que se unen formando una mezcla de hielo, rocas, y piedras. Esto nos complica tanto las cosas que no vemos una ruta a primera vista.
Nos decidimos por progresar entre la morrena de rocas subiendo y bajando constantemente en estado de precario equilibrio, y esto nos obliga a descansar cada poco, pues el esfuerzo ahora es notable. Pero lo importante es que avanzamos, hasta que unas placas de granito nos bloquean el paso. Además comienza un chubasco de granizo abrumador que nos obliga a refugiarnos detrás de una gran roca, es el viento es muy fuerte.
Es tal la fuerza de esta tormenta que empiezan a caer rayos y truenos, algo completamente inusual en Tierra de Fuego. Luis Turi nos confirma que en toda su larga experiencia en esta zona, es la segunda vez que escucha truenos, pues aquí no hay masas de aire caliente y por lo tanto no hay cúmulonimbos de ascensión vertical que generan las tormentas eléctricas. Parece que todos los meteoros se ponen en nuestra contra.
La tormenta apacigua y ahora llueve, pero esto es tolerable. Ahora entendemos porque aquí se pasa por las cuatro estaciones del año en solo 15 minutos. Tenemos que atravesar esta palca de granito, tan delicada, y lo hacemos con mucha precaución, pues ahora esta mojada. Lo conseguimos y continuamos el avance, por la morrena del glaciar otra vez entre rocas, hasta que se nos vuelve a cortar la ruta. Esta vez el hielo contracturado se junta con la morrena y de nuevo no podemos avanzar.
Decidimos ascender por las escarpadas laderas laterales, y encontramos unas viras de hierbas entre rocas muy expuestas, pero nos permiten seguir a trancas y barrancas avanzando. Es agotador, pero no existe otra forma. Ahora toca descender por unas placas de granito muy resbaladizo de nuevo al glaciar, y así cruzamos el nuevo glaciar trasversal.
Esta sección es muy resbaladiza, porque la barrera de hielo está tapada de pequeñas piedras que cuando posas el pie te deslizas al instante, terminando en el suelo. Todos nos caímos alguna vez. Pero conseguimos avanzar dejando a nuestra derecha un enorme circo glaciar con pasos de montañas espectaculares y una cascada de agua gigante que se desprende desde las crestas de la montaña que se alza encima y se la traga de nuevo el glaciar en gigantescos ríos subterráneos.
El otro lado del glaciar es más de lo mismo: rocas, piedras, hielo sucio, hielo azul, y nosotros sorteando todo como podemos, pero al final lo conseguimos, y damos por solucionado el OBSTÁCULO Nº 3.
Pero estamos extenuados, han sido 12 horas agotadoras con las pesadas mochilas, y decidimos acampar en la parte alta de la morrena entre vegetación. Sólo vemos una superficie donde fijar las tiendas de campaña. Una gran roca plana, pero inclinada. Hoy dormiremos inclinados. Hacemos una barrera de ropa para frenar con los pies, porque si no saldríamos por la puerta opuesta a la cabeza.
Hemos dormido frenando toda la noche y con los pies dormidos de tanto esfuerzo en la frenada intentando conciliar el sueño constantemente. Más que descansar creo que ha sido una noche agotadora. Amanece lloviendo, y nevando, y la temperatura desciende mucho. Hay que continuar, y hoy llegaremos al OBSTÁCULO Nª 4 y último para resolver este galimatías.
Este OBSTÁCULO es realmente la clave en esta travesía, es la salida del laberinto y la conclusión de la travesía inédita que nos ha traído hasta aquí.
Al principio, rocas, hielo, y lo de siempre para llegar a una estrechez que consta de dos puntas compactas de granito opuestas que cierran esta estrechez y han reducido la increíble anchura del glaciar, en ocasiones de hasta seis kilómetros, a apenas 400 metros, por lo que la presión es tal, que todo se desmorona en un caos de grietas gigantes que atropelladamente todas quieren salir de esa angostura, hacia la laguna glaciar, provocando un bloqueo total a nuestra ruta. Aquí los bloques de hielo alcanzan 30 metros de altura y esta claro que a través de glaciar no hay paso.
Lo intentamos por el borde de la morrena pero se nos cierra pronto la ruta cuando unas enormes murallas de granito vertical impiden el avance. No existe manera humana de pasar esta sección.
Sólo queda una ultima solución, pero es casi una quimera: intentar ir progresando por lo témpanos que flotan en la laguna que se ha formado en la salida de la estrechez. Alcanzamos a ver muchos témpanos, pero no sabemos si llegarán a conectar con el otro lado de la laguna, donde esta nuestra salvación.
Nos agarramos sin esperanzas a esta única opción. O resulta, o todo se terminó, hay que regresar por nuestros pasos, pero no tenemos comida, estamos agotados, y el “palo” moral seria casi insuperable. Ya hablamos de pedir ayuda a las autoridades y solicitar un helicóptero, vemos muy difícil otra solución en este territorio tan hostil. Pero esta medida a la desesperada seria muy compleja y tampoco podría aterrizar en ninguna parte por los alrededores. Descartada la idea del helicóptero nos ponemos en marcha en esta arriesgada y desesperada maniobra de saltar de témpano en témpano.
Kike se encarga en esta ocasión de ir por delante investigando la ruta: caminamos hacia delante, de nuevo hacia atrás. Nada, no hay paso. Regresamos al punto inicial.