¡¡Desafío conseguido!!
Hemos buceado con los tiburones tigre, toro, martillo... la espinita de no haber podido bucear con los grandes blancos en Sudáfrica me la he quitado amigos. ¡Vaya si me la he quitado!
Todo lo que os pueda decir de este buceo se me queda corto. Es bestial, radical, ¡¡máxima adrenalina!!
En mi vida había vivido situaciones tan tensas y tan excitantes con estas criaturas fascinantes ¡Qué animales! Son los más adaptados a su medio, el modelo perfecto de evolución. Necesitan, eso sí, urgentemente, que los protejan porque los estamos llevando al borde de la extinción, y no estoy exagerando: queda un 3% de la población mundial de tiburón tigre, un 2% de tiburón martillo y 1% del tiburón de aleta blanca... se matan entre 70 y 100 millones de tiburones al año para satisfacer un mercado interesado sólo en sus aletas. La gran paradoja es que la gente que consume la sopa de aleta de tiburón lo hace pensando en sus poderes afrodisíacos. ¡Van listos!
La contaminación del mar está provocando que los tiburones, que se lo comen todo, acumulen grandes niveles de mercurio en su organismo, y ¿sabéis lo que provoca el mercurio?: Impotencia. A ver si de una vez se convencen y paran esta cruel matanza que está dañando, además, toda la cadena trófica del mar. Cada vez hay más tratados internacionales para intentar protegerlos, como el que acaba de firmar España recientemente. Ojalá este programa de Desafío Extremo sirva también para potenciar este mensaje. ¡Y vaya programón, amigos!
Hemos conseguido el desafío completo: hemos podido bucear y grabar a los tiburones tigre, los martillo y los toro, además de los limón del primer buceo. Y lo hemos hecho mientras iba contando todo en directo, a través de la máscara de comunicación. ¡Parece la película “Tiburón” ya veréis! El derroche de adrenalina y el acojone que provoca esta situación son bestiales y lo vais a vivir como su hubiérais estado allí.
EL TIBURÓN TIGRE Y EL TIBURÓN TORO
Ya sabéis que el tigre es un pedazo de tiburón que llega a pesar 1500 kilos y a medir unos 7 metros. Es más peligroso que el blanco porque no es nada selectivo, es el ansia de comer lo que le lleva a convertirse en un depredador tan “eficiente”. No tiene el instinto de atacar al humano, ni mucho menos, pero no sabe lo que eres, y lo que quiere es llenar el buche. Así que como te muerda, estás listo.
Pero al que no hay que perder de vista ni un minuto es al tiburón toro, al que vimos cuando nos sumergimos a mucha profundidad, a 30 metros. El toro, que es un animal ENORME, es el que más víctimas causa en el planeta.
Va olisqueando por los fondos zampándose todo lo que pilla y apenas ve por dónde va, si te pilla una rodilla o una pierna te la arranca en un segundo. Este tiburón tiene la capacidad, además, de subir por los grandes cauces fluviales, como el del Amazonas, o el del Ganges. Suben por el río, y si encuentra gente en sus márgenes (gente lavando la ropa, etc.) les devora brazos, piernas o lo que pille. Es muy peligroso, a pesar de ser un poco tontorrón...
Así que, con estas dos fieras poblando las aguas de Bahamas, Jim Abernethy, el tío más loco que he conocido en mi vida, echa al mar las jaulas llenas de carnaza y pescado para atraerlos... ¡y nos preparamos para el buceo!
¡COMIENZA LA FIESTA!
La cosa comienza fuerte nada más sumergirte. Te tiras al agua y tienes que bajar por un cabo; y son aguas abiertas, con una corriente fortísima, que te obliga a hacer un buceo súper técnico. Por nada del mundo te puedes soltar del cabo en ese momento, has de llegar al fondo, que es donde menos fuerza lleva la corriente, que aún así era tremenda.
Una vez en el fondo, buceas hasta donde están los tiburones. Pero nadar en esta corriente es agotador y no puedes dejar de hacerlo porque como te lleve la corriente estás perdido, te quedas entre aguas, y te conviertes en un cebo perfecto. Son los momentos críticos: cuando te reflotas a la superficie y cuando estás entre aguas, ahí van a por ti irremediablemente... Así que si te sueltas del cabo y te piras, la has liado pero bien.
Como os decía, la corriente era tan fuerte que había que nadar hasta la extenuación, yo me quedaba sin aire ¡sólo para llegar hasta el grupo!
Y una vez en el fondo comienza la fiesta: excitados, como estaban, por la comida que les habíamos echado, entraban en un frenesí que nos obligaba a vigilarlos continuamente ¡360 grados! ¿¿Sabéis lo que es ver a un tiburón toro pasarte a escasos centímetros del cuerpo??
Pero el que más miedo daba era Jim, se le pone cara de tiburón a él ¡os lo juro! Se va calentando debajo del agua, disfruta como un loco, lo vive de una manera increíble ¡es el único en el mundo que hace esto, sumergirse con los tigre cuando los estás cebando!. Por si fuera poco, te coge y te arrima a los tiburones. Una de las veces me cogió y me puso debajo de la jaula que llevaba el cebo y para darle mayor emoción al programa, va el tío y ¡¡abre la jaula!!
Los tiburones toro se pusieron como LOCOS, pasaban como misiles a nuestro lado, yo me volvía loco para mantenerlos a raya y ver dónde estaban ¡pero era imposible controlarlos! Hasta Jim se dio cuenta de que se había pasado, estuvimos como media hora sin poder controlarlos, con un montón de ellos excitadísimos ante la comida... con los nervios yo me quedaba sin aire así que me tuve que ir para arriba solo, no me quedaba más remedio ¡ni Dios se atrevía a subir con los tiburones como estaban para quedarse entre aguas! La verdad es que estábamos totalmente rodeados y descontrolados... ¡qué miedo!
Como os digo, no van a por el ser humano, no tienen el instinto de atacar pero claro… en el juego y el frenesí de la comida pueden confundirse y atraparte ¡Estábamos en su medio!
LA CÁMARA EN LA BOCA DEL TIGRE
En otra inmersión, estando en el fondo, me pasaban los tiburones tigre ¡a diez centímetros de la cara! Venían a mi cara, a olisquear (llevo la máscara de comunicación amarilla y les llama mucho la atención) y yo protegiéndome con el palo, mientras María, que está siempre a mi lado, me protegía con la cámara de video. En esas va el tiburón y ¡agarra la cámara, la muerde, nos arrastra a los dos tirando de ella … hasta que al final por fin la escupe! María no dejó de grabar así que imagináos el plano: los dientes, la garganta del tiburón... y mientras, Óscar grababa la escena con su cámara... ¡qué pedazo de imágenes!
Y la máscara de comunicación no me la he quitado, a pesar de que todos los buceadores me decían que era muy peligroso, porque es grande y amarilla, y les atraigo aún más, pero para cabezón yo, y no me la he quitado, salvo en uno de los primeros buceos. Luego he bajado con ella todas las veces, hasta los 35 metros de profundidad... ¡Si es por el programa, lo que sea! Y ha salido genial: poder narrar en directo lo que estoy viviendo allí abajo no tiene precio ¡¡yo creo que nunca se ha hecho!!
“EN MI VIDA LO PASÉ PEOR”
Adrenalina pura, salvaje de veras. Llega el momento de subir, que es el otro proceso extremadamente peligroso y técnico. Porque bajar es muy chungo, pero puedes hacerlo a toda pastilla para minimizar riesgos, pero no puedes subir rápido, has de subir controlado por los tiempos de descompresión.
Y en este buceo subimos así: has de subir por otro cabo, el de proa, y soltarte a cinco metros de la superficie, dejarte arrastrar por la corriente para volver a coger el cabo. Es decir, es un buceo muy técnico, muy complicado porque te quedas entre aguas, y porque no puede haber fallos. Si te equivocas en la maniobra... estás en una muy, muy mala situación, la peor. Y encima del stress de subir bien por el cabo, tienes que ir vigilando continuamente a los tiburones, que te rodean, te persiguen. Luego tienes que hacer la parada de seguridad, a pocos metros de la superficie...
Para intentar disminuir riesgos, y ya que al llevar la máscara consumo más oxígeno, hemos utilizado una mezcla en las botellas que se lama Nitrox, que aumenta un 35% el nivel de oxígeno y nos permite reducir el tiempo de la parada de seguridad a 3 minutos. Esto ayuda, pero estando excitados, como locos con el cebo, tienes que ir muy al loro... ¡en mi vida lo pasé peor para subir al barco con los tiburones!!
En una de las inmersiones, un tiburón mordió las aletas del fotógrafo que subía conmigo, se las enganchó bien, hasta que al final ayudándonos con la cámara y forcejeando con él, logramos que las soltara y seguimos para arriba como alma que lleva el diablo.
¡DESAFÍO CONSEGUIDO!
Otra de las locuras que hemos hecho ha sido la de bucear de noche, intentar grabarles durante la noche, justo cuando se alimentan, cuando más activos están... ¡Sólo de pensarlo se me ponían los pelos de punta!
Nos metimos en el agua y ahí estaban, iban directos a las luces, no sabían lo que éramos y atacaban todo por defenderse. Estuvimos unos 40 minutos, intentamos estar más pero hubo que salir urgentemente porque la cosa estaba extremadamente peligrosa… No veíamos más que a 3 o 4 metros, y estábamos completamente rodeados de tiburones. Máxima tensión, adrenalina. ¡Muy, muy bestia, amigos!
En fin, una locura. Como decía el loco Jim: “es más probable que ahora mismo haya gente en la luna que buceando con tiburones tigre...” Vamos, que ¡esto no lo debe hacer ni Dios!
Así que amigos, ¡desafío conseguido! Los tiburones me han empujado, me han perseguido, han intentado morderme... pero estoy increíblemente feliz de haber vivido esta aventura, salvaje de verdad. Y lo hemos hecho a conciencia, con inmersiones hasta los 35 metros de profundidad y con el único tío que te mete en el agua con estas bestias alucinantes que, sin embargo, merecen todo el respeto y la protección que les podamos dar.
Ahora sólo queda que esta apasionante aventura la disfrutéis vosotros también porque creo que nunca se han grabado imágenes como éstas y con comunicación en directo.
Nos vemos muy pronto, amigos...