Os escribo todavía excitado después de las inmersiones que acabamos de realizar (y también mareado, ¡no veáis qué pedo se pilla uno al escribir en el barco, buff!). Hace unos días, tras unas jornadas con muy mala mar y fuertes tormentas, decidimos realizar buceos previos al del Longimanus, el tiburón oceánico de puntas blancas. Es tremendamente peligroso sumergirse con él por varias causas: estaremos en aguas abiertas, con miles de metros de profanidad por debajo de nosotros. Ahí no hay protección posible, no es como el buceo que acabamos de realizar, en el que tenemos en el fondo marino un poco más de seguridad. En esas aguas no hay alimento, todo lo que se mueve puede ser comida y el oceánico no va a dar tregua si nos confunde con peces. De hecho los colores en este buceo están totalmente prohibidos, los trajes son negro riguroso y las máscaras de comunicación también ¡de hecho no quieren que se me vea ni un pelo rubio asomar por debajo de la capucha!
Realmente nos la vamos a jugar, por eso intentamos estar lo más entrenados posible en bucear rodeados de tiburones, acostumbrarnos a la sensación y al estrés que provoca y a mantener la calma en todo momento.
Con este objetivo el equipo de Jim Abernethy nos ha llevado a una zona de poca profundidad, unos 30 metros, y hemos podido bucear junto a tiburones de arrecife, tiburones Dusky, limones… en cualquier otro momento esto provocaría un impacto bestial, pero sabiendo lo que nos espera con los Longimanus… de todas formas, deja sin aliento verles tan cerca, porque se acercan muchísimo ¡¡los he tenido a 10 centímetros de mi cara!! Como única defensa, como siempre, un palo de escoba que colocamos delante de nosotros, en posición vertical.
Tan pronto colocamos la carnaza que llevamos, decenas de tiburones han acudido inmediatamente, pasándonos a toda velocidad delante de nosotros ¡por todos lados! Es increíble, de verdad, amigos, y lo mejor de todo es la manera en la que lo hemos filmado, con máscaras de comunicación especiales. Esta tecnología nos permite contar el programa bajo el agua (el 90% del programa transcurre bajo el agua!) y contaros lo que nos está sucediendo en tiempo real, en todo momento! Eso es único, es una manera muy especial de enseñar el océano.
Hemos podido filmar, además de los tiburones, a meros gigantes, morenas, peces escorpión, que son de los más venenosos que habitan las aguas, tortugas marinas enormes (la más grande que he visto nunca), estructuras de coral espectaculares…
Como siempre, por supuesto, todos los buceos tienen su riesgo: estamos en medio del mar, no hay ni siquiera atolones. Hay que tener mucho cuidado al sumergirse, con las corrientes -muy fuertes- hay que ir directamente al fondo, y sobre todo mucho cuidado al estar entre aguas, al salir hacia el barco, que es el lugar favorito del tiburón para atacar, y más cuando está envuelto en el frenesí alimenticio. Aquí está prohibido relajarse, son buceos, siempre, de alta tensión.
Es el mejor entrenamiento para el desafío definitivo. Porque nos espera un tiburón mucho más agresivo, más letal y mucho más oportunista que los de arrecife.
De momento, el tiempo nos va acompañando, pero los mapas empiezan a dar avisos de fuertes tormentas en la zona en la que queremos bucear con los Longimanus. Cruzamos los dedos para ver si finalmente no llega, porque estaremos en mitad del mar, sin refugio, a merced de la tormenta, lo que podría complicar, y mucho, el buceo con los tiburones oceánicos.
Bueno, amigos, vamos rumbo ya hacia las aguas en las que esperamos localizar a estos extraordinarios animales y hacer un buceo único, muy, muy pocas veces realizado y del que apenas hay filmaciones. Rumbo hacia aguas profundas, el reino del Longimanus!
Jesús Calleja