Uganda, África profunda (2 de 3)
Una vez con todos los documentos para entrar en el Parque Nacional de Bwindi y el Parque Nacional del Ruwenzori, acreditación de periodistas, permisos de filmación, contratación de porteadores, etc… salimos por carretera rumbo a Bwindi.
Fueron ¡14 horas! de pistas y carreteras infernales en un trasto de furgoneta, pero vimos de cerca las maravillas de este país. Como en muchas partes de África, la vida se encuentra junto a los caminos y carreteras. Uganda, especialmente, rebosa vida por todos los lados.
Visitamos el lago Victoria, una de las fuentes del río Nilo, es el segundo lago de agua dulce más grande del planeta. Seguimos carretera abajo y la naturaleza cambia constantemente, de la jungla a la sabana.
Nos hartamos de ver elefantes salvajes, impalas, gacelas, cebras, monos, etc., junto a las pistas polvorientas por las que transitábamos… en fin todo un espectáculo para la vista. ¡Qué bonito es África!.Por fin y de noche llegamos al Parque Nacional de Bwindi, y polvorientos, cansados y con los huesos desencajados alquilamos una habitación en un hotel local, muy sencillo, donde se amontonaban cuatro camastros donde dormimos Cache, mi hermano, Emilio Valdes el cámara y amigo, nuestro conductor que le apodamos “Maikel Jordan”, porque es igual que él, y yo. Antes, una cena a base de guisos locales que nos llevó directos a la cama.
Por la mañana amaneció un bonito y rosado día como suelen ser aquí en el África ecuatorial. Son las seis de la mañana y entre las bruma aparece la espesa jungla donde habitan los gorilas.
Estamos nerviosos pues hoy puede que los veamos. Nos recibe un ranger de la zona, entregamos los permisos que están todos correctos, y nos dan una explicación muy importante de nuestra actitud cuando estemos frente a ellos: hablar bajo, no acercarse a menos de 7 metros, no mirarles a los ojos, nunca, jamás correr si creemos que nos atacan, nunca defenderse, y un montón más de normas.
Son animales en su estado natural, salvajes, que se mueven a su antojo por la jungla, así que el día será largo hasta dar con ellos. Caminamos durante horas por pendientes muy abruptas, nos acompañan dos amigos que hemos conocido aquí, son catalanes, y están sufriendo de lo lindo, pues no están tan acostumbrados a estas “movidas”, se llaman Nuria y José Mari.
Parece que esta selva cada vez se espesa más, ahora comprendemos el nombre tan bucólico que la han puesto: Selva Impenetrable de Bwindi. Árboles gigantes, helechos del Cuaternario, lianas, hierbas de tres metros, arbustos llenos de pinchos, y sobre todo millones de mosquitos y miles de millones de hormigas que nos atacan continuamente en determinados sectores, lo que nos obliga a correr para que nos se suban por todo el cuerpo aunque lo consiguen y nos dan verdaderos mordiscos.