Al día siguiente de mi primera experiencia con tiburones en cautividad hemos viajado a una localidad llamada Ciudad de Simon, donde hemos alquilado una casa junto al mar. Desde aquí haremos salidas en barcos a diferentes localizaciones para bucear con otros tiburones antes de enfrentarnos al gran blanco. Haremos diferentes inmersiones para ir cogiendo confianza con estas bestias depredadoras.
Tengo la grandísima suerte de estar junto a este equipo, que son como máquinas. A Karlos Simón le he rebautizado como Geiper man, pues tiene un cuerpazo como una mula. De su bíceps saldría un cuerpo completo mío. A Oscar también le rebauticé con el nombre de Hidro man, por esa pedazo de calvicie que él se encarga de pelar a maquinilla de afeitar, y como ya es por naturaleza de formas redondeadas, le va ni que al "pelo" este nuevo nombre. A María la llamo Cool Woman, porque ya la vimos en el Polo Norte, la "tía" nunca tiene frío: a pesar de ser pequeña es matona.
Me siento protegido con mis súper héroes Geiper man, Hidro man, y Geiper manHidro manCool Woman
Hoy por la mañana nos hemos llevado un chasco al mirar por la venta y descubrir un día de perros, lloviendo, con vientos muy fuertes y mala mar. Amén del frío que hace, porque aquí es pleno invierno. Lo primero que hemos hecho es consultar en Internet la predicción meteorológica, y para más desgracias, la cosa del mal tiempo no ha hecho más que empezar. Durará al menos casi una semana. Se ha metido una borrasca procedente de la Antártida con vientos de 65 kilómetros hora, olas de 6 metros, lluvias intensas, aviso de inundaciones en tierra, y mar arbolada y de fondo. Vamos, que ideal de la muerte para bucear, y sobre todo para buscar tiburones.
Me sentí aliviado pues pensé que no haríamos nada con este día, pero los súper héroes decidieron que bucearíamos a pesar de todo, y ni cortos ni perezosos se pusieron en marcha.
Primero al club de buceo, después cogimos la barca de goma alquilada con un tipo que la maneja, que es igual que un tiburón martillo de aspecto, y nos fuimos a una pequeña cala, donde soltamos el barco, y nos pusimos a navegar en un mar horrible. Me tomé dos biodraminas para no echar "la pela", y pobre de Emilio que se quedará esperándonos en la barca con olas enormes que pasan a veces de lado a lado de la barca.
Emilio sí que es un héroe. Imaginaros el panorama que tenía por delante: la barca moviéndose enloquecida, las olas gigantes por todas partes, el mar negro, casi sin visibilidad, el agua muy fría, y debajo tiburones, aunque no el blanco
. Con esas condiciones nos pusimos nuestros equipos, que para estos climas fríos son trajes estancos. No les entra el agua, aunque son un poco más complicados de utilizar. En realidad a mí me sobran tubos por todas partes, y los nervios me hacen cometer errores de protocolo. Sin más, hacen una cuenta atrás y a la de tres ya estoy en el mar batiéndome como un corcho flotando en grandes olas. Menos mal que Karlos Simón se hace cargo de mí y no me deja ni un momento.
Empezamos el descenso con fuertes corrientes que nos arrastran sin poder hacer nada. El capitán del barco tiene que estar atento de dónde salimos pues podemos terminar saliendo muy lejos. Continuamos descendiendo hasta los 15 metros, y descubrimos un bosque enorme de algas de 15 metros de altura que crecen hasta 15 cm. diarios. Se llama algo así como 'Kel'. Buceamos entre este bosque en el que te enredas continuamente, y pronto aparecen pequeños tiburones. Incluso me atrevo a tocar uno de ellos. Después aparece el tiburón gato, también le llegué a tocar, aunque con mucho recelo. Luego apareció un tiburón vaca, y unos enormes peces que nos seguían a todas partes. Lo mejor, los leones marinos. Vinieron unos cuantos y nos daban pasadas casi rozándonos. Lo hacen para que juegues con ellos, son muy curiosos. Lo peor de todo, la escasa visibilidad, que ponía los pelos de punta, pues daba la sensación que en cualquier momento aparecería un tiburón de grandes proporciones, y posiblemente a mí me diera un infarto.
Da verdadero miedo estar sumergido en esas oscuras aguas donde existen escualos tan grandes, que pueden aparecer en cualquier momento de improvisto.
Por suerte salimos a los 45 minutos sin novedades, aunque yo algo mareado por el embravecido mar. Casi sin descanso cambiamos las botellas y una nueva inmersión de 45 minutos. Vimos más o menos lo mismo, pero no llegó a parecer en ningún momento ningún tiburón grande. No ha sido un buen día, pero esta aventura está empezando..
Todos los días bucearemos, cada vez más complicado, y cada vez intentaremos localizar tiburones más grandes, hasta preparar la estrategia para que los súper héroes buceen sin protección de la jaula de seguridad y cebando el entorno con pescado y sangre. Yo estaré en la jaula de protección, pero aún así son 6 metros de tiburón con una boca en la que entro entero de un solo bocado, y que si le da por saltar para cazar focas o leones marinos, puede colarse dentro de la jaula abierta por arriba, como ya ha pasado en alguna ocasión. Sólo, y digo sólo si se dan unas condiciones perfectas y puedo medir bien el riesgo, y no están demasiado excitados podré intentar salir de esa jaula, pero no prometo nada.
Ésta vez sí que será muy complicado conseguir el reto, de hecho ningún español y muy pocos en el mundo lo han hecho, estando la sangre y el pescado junto a nosotros.
Antes iré paso a paso buceando con tiburones de menor tamaño, aunque potencialmente peligrosos. Como me cuenta Karlos Simón, él se ha encontrado carne humana en algún estómago de tiburón Vaca.
Mañana revisaremos otra vez el tiempo para calcular el día propicio para los grandes tiburones blancos. Aunque seguro que habrá inmersión de nuevo, pues estos tipos son muy duros y parece que no va con ellos lo de la meteorología adversa. Amigos viviré unas semanas de alta tensión y os lo iré contando. ¡Estad atentos!. Sólo pido que no me empiecen a decir después de este Desafío: "tronco, que tal va esa vida".
Jesús Calleja desde los alrededores del Cabo de Buena Esperanza en la punta de África, a la espera de contactar con el Gran Tiburón Blanco