Makalu: El vuelo más peligroso del Nepal
Hay ciertas fuerzas de la naturaleza que ejercen una poderosa influencia sobre nosotros y algunos Lamas han sido preparados para leerlas. El gran Lama me dijo que estoy sano, que soy feliz, pero que a lo largo de mi existencia han ocurrido u ocurrirán tres acontecimientos graves que pondrán en peligro mi vida. Sólo recuerdo dos: la gran avalancha del Everest del 2005 y el grave accidente de moto que tuve en Marruecos entrenando para el Rally Paris Dakar. Ciertamente me libré en ambos casos por los pelos, aunque en el de moto tuve numerosas roturas, pero ¿y el tercer peligro?
Estas declaraciones me han dejado preocupado, sobre todo porque me enfrento a una montaña brutal de 8.463 metros, en una época no propicia, en la que estaremos casi solos, con la montaña cargada de nieve. En fin, es mejor no preocuparse antes de tiempo, y si me he librado las otras dos veces, ¿por qué no una tercera? Comimos con los monjes y nos enseñaron el monasterio, pasamos momentos muy agradables con ellos, hasta la tarde que nos despedimos. Hicieron una “Puja” (ofrenda y ritual de protección) poderosa para protegernos. Ya llevamos tres “Pujas” poderosas de protección, y seguro que no serán las últimas.
Vamos directos a casa de Pasang Chiring, donde nos esperan la madre, su hermano y la cuñada. El resto de la familia esta en los altos pastos con los yaks. Nos recibe una mujer fuerte que no para de reírse, es encantadora, y se le ve sana como sus hijos. Tienen una gran casa, más otras tres que ha repartido hace un mes entre todos los hermanos, ya que hace 4 años el padre murió sin que nadie lo esperara. La casa que le ha tocado a Pasang Chiring está cerca del paso del Tepsi Lapsa, que da acceso a otro valle del Rolwaling. Su hermano pequeño y la mujer de su hermano compartirán con su madre, hasta que ésta muera, la casa grande de Thame, después será toda la casa para él. El mayor de los hermanos, aunque de padre diferente, también heredó una de las cuatro casas. Pasang me explica que es producto de otro amor, que en la cultura sherpa este hecho se acepta y no pasa nada, se le quiere igual.
Cenamos una copiosa cena a base de patatas, carne de yak, vegetales, mucho picante, y un delicioso “chang”, que es una bebida alcohólica hecha de cebada fermentada. El “chang” nos dejó a todos muy alegres, bebiendo y bailando hasta las tantas.
Durante el día ayudamos con las tareas domésticas para conocer más del mundo Sherpa. Cómo ordeñan a los yaks, que curiosamente les cantan una canción muy suave para que no den coces, o cómo encierran a los más pequeños de los yaks, para que nos les ataque el leopardo de las nieves. Todo discurre tranquilo, en calma, aunque este año nos cuentan que ha sido complicado, ya que, debido a las Olimpiadas, que han congregado a países de todo el mundo para celebrar la gran fiesta del deporte, los sherpas tienen cerradas las fronteras. Esto les impide realizar lo que mejor saben y más dinero les reporta: trabajar en las expediciones a las grandes montañas del Himalaya, especialmente desde la zona tibetana. En esta zona se encuentra la montaña “más fácil” de ocho mil metros, el Cho Oyu, además de la cara norte del Everest, donde más escaladores se concentran. El Sisa Pagama, otro de los ocho mil más visitado, sin contar el resto de montañas en Tíbet de 6000 o 7000 metros, y los innumerables trekkings también se encuentran en esta zona. No juzgaré por qué razón se les cierra las fronteras, pero la realidad es que este año es desastroso para sus economías y en estas aldeas del Himalaya no se habla de otra cosa. Rezan y hacen “pujas” (oraciones y rituales), para que el año que viene todo vuelva a la normalidad. Todos lo esperamos.
Me quedo impresionado al escuchar a la madre de Pasang Chiring. Le dice que prefiere que lave platos en un restaurante de la capital (Katmandú) o que sea pobre, antes de escalar el Makalu. Advierte que es una montaña caprichosa, que se ha llevado ya a muchos sherpas, entre ellos dos de sus mejores amigos, y donde un helicóptero con 21 sherpas desapareció hace unos años sin dejar rastro .
-Pasang por favor no escales esa montaña.
-Madre es un compromiso con Jesús, mi amigo. Tengo que ayudarle y protegerle.
-Me prometiste que solo escalarías el Everest, que ya has escalado seis veces sin problemas, y el Cho Oyu.¿Por qué ahora el Makalu?
-Ya te lo dije mamá, es por mi amigo y también por mí, quiero darles un homenaje a mis dos mejores amigos. ¡Ya está, no se hable más!
Intento intervenir cuando la madre está muy afectada, incluso con lágrimas en los ojos. Ella me agarra y me da un fuerte abrazo y me dice algo en la lengua sherpa. Pasang me lo traduce: “Cuidaos el uno al otro, y sólo intentadlo si todo está en orden. Sabréis interpretar las señales, y si hay algo que las perturba dejadlo y regresad. Sólo en el Everest vive la diosa Sagarmata, y el Makalu ya se ha tragado a demasiadas personas”.
Me quedo atónito. En un sólo día me han dicho que me ronda un grave peligro, y me han advertido de la complejidad de este ocho mil, pero tengo la determinación de intentarlo. Eso sí, prometo que si leo, o mejor dicho, Pasang lee esas señales, lo abandonaré sin vacilar.
Nos despedimos entre risas y lágrimas, ha sido toda una experiencia conocer de cerca al pueblo sherpa. Al día siguiente empezamos una larga caminata de ocho horas envueltos en una tétrica y espesa niebla. Partimos desde Thame, adentrándonos en un espeso bosque de rododendros, el árbol nacional del Nepal, en busca del último de los hotelitos de mi amigo Sonam. Éste es el de mayor altura, a 4.250 metros, y de difícil acceso. Lo normal es que los turistas lleguen en helicóptero, y no a lo largo de esta tediosa caminata, que nos obliga a echar las manos en más de un lugar con un profundo abismo a nuestros pies mientras damos unos pasos delicados y expuestos. La ruta, bella y difícil, no tiene desperdicio. Nos parece increíble que exista un hotel al final del camino, pero justo en las faldas de la montaña Kongde, de 6.400 metros de altura, se encuentra este fantástico hotel desde donde se ven unas vistas únicas del Everest, Lhotse, Ama dablan, etc..
Ha merecido la pena llegar hasta aquí. Después de la caminata nos enteramos de que existe otra ruta mucho más sencilla, pero de gran desnivel, desde la parte baja del Solu Kumbu. De todas formas, Emilio, Phuntchok, y yo, no cambiamos la ruta que nos ha traído hasta aquí. La idea original era ascender por encima de los 5000 metros para aclimatar, pero las incesantes lluvias, tormentas y nieblas espesas nos han obligado a permanecer dos noches en este hotelito aislado de cualquier aldea, aclimatando a tan solo 4.250 metros.
Estamos ante un grave problema, pues hoy día 16 de septiembre hemos descendido de nuevo a Lukla a 2.800 metros, y mañana volaremos en un helicóptero que hemos alquilado para alcanzar una altura de 4.800 metros, cerca de nuestro campo base final, a 5.600 metros. Amigos, ¡en tan sólo dos días estaremos a 5.600 metros!, durmiendo en el campo base avanzado…estoy seguro que nos reventará la cabeza, nos vamos a enterar bien de lo que es la altura...
A las 6 de la mañana habrá toque de diana y a las 7.30 los cuatro estaremos volando en un pequeño helicóptero desde Lukla. El helicóptero nos dejará a 3.800 metros. Por razón de peso, nos bajaremos dos y la mitad de la carga, y de nuevo despegará para aterrizar a 4.800 metros. Después descenderá, recogerá a los otros dos y el resto de la carga y les dejará a esos 4.800 metros, y se irá a Katmandú. Todo tiene que ser preciso y rápido. Las nubes, en esta época de monzones, crecen muy rápido y son muy peligrosas. Cualquier imprecisión podría resultar fatal. Ya hay dos helicópteros estrellados en el campo base, más uno desaparecido con 21 sherpas a bordo. Dicen que es el vuelo más peligroso del Nepal por la altura extrema, y las grandes montañas circundantes. Aunque lo peor es el tiempo, cambiante a cada segundo. Esperemos que no ocurra nada y todo transcurra con absoluta normalidad.
Sinceramente, tengo bastante miedo respecto al vuelo de mañana. Sé que el dolor fuerte de cabeza se me pasará, pero un accidente en helicóptero te mata. Estad atentos, en la siguiente crónica sabréis cómo nos fue, y lo que nos espera. De momento, estaremos sólos a 11 días caminando del lugar más cercano a la civilización, a los pies del Makalu, la quinta montaña más alta del mundo.
Jesús Calleja desde el Himalaya profundo