Ligero retraso en Desafío Extremo (2ª parte)
Íbamos Julián y yo en cabeza, pues nuestra experiencia era mayor en estas situaciones límite, y las otras cuatro personas y mi hermano nos seguían. De repente parece que el mundo se abre a mis pies, y caía, y caía sin parar, volando literalmente en el vacío. Me dio tiempo a pensar, y mucho, pues la caída era de varios segundos, para impactar frontalmente contra el fondo de una duna cortada (duna que por una cara tiene una pendiente asumible, pero que por la otra se corta verticalmente).
El impacto fue brutal, y gracias a las duras protecciones que llevaba no me pasó demasiado, aunque rompí el hombro y la muñeca.
No sabía que había pasado, no me podía estar pasando esto a mí. Estoy con un brazo roto en mitad de la mayor tempestad de arena de mi vida, Dios sabe dónde. ¡Joder!, mi proyecto Desafío Extremo, mi viaje al Polo en solo unos días, mi fichaje reciente en Cuatro, toda la gente que espera mucho de mí, la ilusión de mi familia por mi nueva etapa, y el dolor mucho dolor, el hombro duele mucho, y estoy perdiendo sangre. Y dolor psicológico aun más dolor psicológico.
Estaba inmerso en esta mezcla de pensamientos abatido por la furia del viento entre gigantescas dunas de arena cuando se acerca el grupo y ven el alcance de las lesiones.
La situación era dramática, pero pronto borre de mi cabeza las lamentaciones y me incorpore para trazar un plan y salir de la difícil situación.
No había más remedio que salir caminando, nadie me podía llevar en su moto, pues el lugar en el que estábamos era de mucha dificultad para el pilotaje, pues las dunas son muy altas y de arena blanda.
Así que sin dudarlo me puse en marcha con mis huesos rotos sujetándoles con la otra mano. Caminaba, y caminaba sin pensar en nada, solo en sobrevivir, y confiar en mis fuerzas. No dejaba que en mi mente entrara un solo pensamiento de reproche. Estaba haciendo lo que tenía que hacer, entrenar duramente. Este es mi trabajo, y estas son a veces las consecuencias.
No pasa nada, Jesús camina, sigue caminando. La brújula dice hacia el oeste esta el oasis, Jesús camina, camina, camina, ni un reproche, camina, ni un reproche camina, no pares pues cuando se enfrié el hombro y la muñeca, es posible que sea mas difícil aguantar tanto dolor. Tengo que llegar al oasis…
Mientras tanto mis compañeros unidos intentan encontrar por delante la ruta que nos lleve a la salvación, pues seguimos inmersos en la tormenta de arena. Cada poco se van turnando y me esperan para no perdernos.
No sé lo que camine, fue mucho tiempo, pero al fin la tormenta amaina un poco y pudimos ver a lo lejos el oasis, y además ha decrecido la altura de las dunas y Julián me puede llevar a la grupa de su moto. Los huesos se han enfriado, y me duelen mucho y con cada bache se me mueven y veo las estrellas. Tengo que hacer un verdadero esfuerzo para no desmallarme, y me agarro a la ropa de Julián desesperadamente para no caer de su montura.
Jesús Calleja
[Continuará…]