El aventurero se encuentra en estos momentos en Omán, donde ha comenzado a cruzar las dunas gigantes del desierto de Wahiba. Lo hace sin emplear tecnología moderna, sólo con la ayuda de un dromedario y un guía beduino.
Hace miles de años las caravanas de dromedarios recorrían la Península Arábiga llevando una esencia que valía tanto como el oro: el olíbano, el incienso que según la Biblia los Reyes Magos regalaron a Jesús en Belén. Desde hace siglos ya nadie recorre esos caminos, que ni siquiera visitan los turistas. Jesús pretende emular a aquellos viajeros beduinos que se enfrentaban al calor extremo (50ºC), las noches heladas, las tormentas de arena, la desorientación y las serpientes más venenosas del mundo. Su camino atraviesa dunas de veinte metros de altura, barrancos y una cordillera desértica de más de mil metros de altura.