Delhi, 29 de julio
Amigos, ya estamos por fin en Delhi, nuestra ultima etapa del viaje. Ha sido un viaje especial, no es un “Desafío Extremo” como los demás, y por eso os puedo contar muy pocas cosas. Solo os diré que ha sido una aventura distinta, más emotiva que nuestros habituales Desafíos, porque en esta ocasión la verdadera adrenalina la han puesto en circulación mis seis aspirantes a montañeros. Para ellos ha sido un viaje alucinante en el que han conocido lugares y gentes extrañas, han convivido en Monasterios budistas, compartido comida y habitación con lamas que meditan retirados del mundo, en pueblos a los que hemos llegado después de andar más de seis jornadas seguidas subiendo collados de entre 4.500 y 5.300 metros de altura.
El recorrido, como ya os conté en mi crónica anterior, comenzó en Leh, la capital del valle del Ladak, al norte de India, y se adentró por el valle de Zanskar en senderos estrechos que bordean el río caudaloso y que luego se pierden entre las montañas del Himalaya. Después de atravesar valles y collados en las montañas peladas propias del altiplano tibetano, con escasa vegetación, mucho polvo, y un desnivel continuo que rompe las piernas, acampamos cada día al borde de uno de los ríos que bajan el agua de los glaciares. Para los seis amigos que nos acompañan ha sido un suplicio porque tenían los pies reventados por llagas, durezas y otras heridas surgidas por las rozaduras. Aunque sabemos que son inexpertos, nos ha sorprendido que tengan los pies tan delicados. El “doc” montaba todos los días un dispensario de urgencia al llegar al campamento, enfrente de su tienda, y se formaban auténticas colas.
Aparte de este pequeño, aunque molesto detalle, los chicos han resistido. La aclimatación a esta altura ha sido aceptable en general porque la ruta hacia nuestro Pico de destino es larga y tiene muchos collados altos que nos han obligado a subir y bajar, subir y bajar, permitiendo que nuestro cuerpo vaya acomodándose a funcionar por encima de los 4.500 metros. Pero no ocurre con todos. No os voy a desvelar más. Sólo diré que, muy a nuestro pesar, al final, la dureza de esta particularidad geográfica, única en el mundo, nos ha pasado factura.
Tampoco os cuento si se consiguió el objetivo final, para no restar emoción a esta asombrosa historia que os contaremos a través varios episodios que veréis en Cuatro. Han sido cinco semanas que ellos sin duda recordarán siempre, cargadas de sorpresas, sufrimiento, emociones y esfuerzo físico más allá de los límites. Un viaje que, aseguran ellos, ha cambiado sus vidas. La mía tampoco volverá a ser igual. No os lo perdáis, amigos.
NOTA: Después de muchos días sin noticias de la expedición, hemos recibido este último mensaje de Jesús Calleja. La aventura ha llegado a su fin, y sabemos que entenderéis que no podemos desvelar más detalles. Os dejamos con la última crónica y os emplazamos a ver el resultado de este Desafío tan especial en Cuatro.