Sigo relatándoos nuestras aventuras y experimentos.
María y Ramón se subieron al catamarán y yo me instalé en el engorroso traje de supervivencia. Ambos nos situamos en la posición de salida y empezó la competición.
El catamarán navega muy estable y sus dos ocupantes sólo tienen que remar y dejar caer sus cuerpos hacia atrás, de este modo la proa rompe el hielo como un rompehielos. La fórmula es sencilla, eficaz, y no cansa. Yo, con el traje, parezco un muñeco de “michelín”, me cuesta mucho nadar y si moviera las rodillas, me precipitaría de bruces. Y lo peor de todo, si no me reincorporo rápido, el agua se colaría en el traje, en la zona del cuello no es estanco, y me iría al fondo como un plomo. Llego a la orilla reventado del esfuerzo. Conclusión: el ‘transformer’ gana ¡por goleada!
También probamos el trineo en la forma de kayak y nos dimos cuenta de que en aguas abiertas es muy rápido y estable, pudiendo cubrir grandes distancias con seguridad y velocidad. De nuevo gana el ‘transformer’.
Probamos de varias formas diferentes el traje: nadando de espaldas, de frente, de lado… pero es muy lento y la menor corriente te arrastraría. ¡El traje pierde!
Además de experimentar con traje y ‘transformer’, hemos intentado pescar con caña, carnaza y anzuelo. No tenemos éxito. ¡El pescador pierde!
A las diez de la noche, aquí sigue siendo de día, decidimos hacer otro experimento: ¿Cuánto aguanta el cuerpo humano desnudo a -35º C? ¿Cuántos metros podríamos cubrir corriendo? María y yo nos retamos. Ella en bikini y yo en calzoncillos; ambos con botines de pluma para no congelarnos los pies, nos batimos en una carrera en “pelotas” por el Polo Norte.
Salimos de la tienda caldeada a unos 22º C positivos y de repente a - 35º C, una diferencia de 57º C en un solo segundo, y a correr como desesperados. María y yo vamos empates y recorremos unos 150 metros. Ahora estamos parados unos minutos, sin correr. El cuerpo esta al límite de lo soportable y le digo que regresemos:
- María, media vuelta, o me quedaré sin apéndices y hay uno que no me gustaría perder por nada en el mundo…
- Vale, pero antes tenemos que meternos en el agua y dar al menos tres brazadas.
- Tú no estas bien de la cabeza, anda vamos que me muero de frío.
- ¡Vete tú!
- Mejor vamos los dos y una vez te calientes intentas lo de meterte en el agua, “chica loca”
- Acepto
- Pues a la carrera a la tienda
Nos metimos en la tienda tiritando. Emilio y Ramón mantienen la tienda caliente y nos recuperamos sin problemas, aunque estamos de color azul pitufo.
Yo pensé que lo de meterse al agua era broma, pero María, insiste.
- Ahora al agua
- Tu estás loca, si lo intento me muero
- Pues me voy sola y gano
- ¡No te atreverás!
- ¿Qué no?
Y en ese momento sale despavorida de nuevo a la grieta, yo salgo detrás vestido completamente y no doy crédito a lo que veo: hace un agujero en el hielo, se mete del tirón, nada tres brazadas, sale arrastrándose por la nieve, grita de frío, corre de nuevo a la tienda. Antes de entrar, levanta los brazos: me ha ganado. ¡Mujeres al poder!
Ya sabéis, os seguiré informando…
Jesús Calleja