Campamento ártico, y el primer buceo bajo aguas gélidas (1 de 2)

cuatro 10/06/2009 12:53

Hola Amigos, como os decía en la anterior crónica, ha resultado agotador pilotar esta moto de nieve sobre la superficie helada del Ártico. Hay muchas trampas: grietas, capas débiles de hielo, masas de nieve donde al entrar la moto se frena e incluso vuelca, en fin, de fácil no ha tenido nada llegar hasta el borde del hielo donde hay agua líquida. Pero lo hemos logrado, no siempre se puede llegar en moto de nieve hasta el mismo borde helado. Estamos de suerte y aquí montamos el campamento. Tenemos una muy buena infraestructura gracias al contacto canadiense de nuestro amigo Thomas, y la sorpresa es una gran tienda comedor cocina, muy confortable, donde tenemos de todo: compresores para cargar las botellas de aire, generadores para electricidad, buena comida, tiendas que soporten el rigor ártico con sus fuertes e imprevisibles vientos huracanados, gasolina, en fin de todo. Sin duda el mejor campamento de mi vida.

 

El lugar elegido es de ensueño. Hielo por todas partes, montañas, una gran brecha de agua donde hemos situado la "tienda caliente" que así la llamamos porque es donde nos meteremos inmediatamente según salgamos del agua. Una pasada de campamento. Estamos al norte de la isla de Baffin, uno de los lugares más fríos del planeta. Estamos a muchos kilómetros del pueblo más cercano, en mitad de la banquisa helada, es decir, en medio del océano que esta caóticamente congelado. Debajo de nosotros un metro de hielo, y después cientos de metros de un oscuro fondo marino. Esperemos que el hielo no se rompa. Los inuits que nos acompaña se encargan de vigilar el grosor por si se hacen grietas y la cosa se empieza a poner peligrosa. Y sobre todo hay que vigilar el camapamneto, pues el oso es muy “osado” y se acerca a oler comida, y puede atacarnos. Hoy mismo le hemos visto merodear alrededor del campamento, y por la noche, es decir cuando dormíamos, pues aquí hay 24 horas de sol, el campamento estaba lleno de huellas del oso polar que nos visitó y husmeó por donde quiso, al ladito de nuestras tiendas. Desde hoy habrá guardias de 24 horas, pues estamos justo donde él caza, en sus dominios, que es el mismo borde que separa el hielo del mar licuado.

Amigos es una gozada haber visto el oso polar tan cerca, grandioso y espectacular. Pero el primer plato fuerte vino cuando nos metimos por primera vez en estas aguas heladas. Primero equiparnos con trajes estancos, difíciles de poner. Es un traje seco donde antes nos ponemos un montón de ropa para protegernos del extremo frío. Después nos tienen que ayudar a cerrar las fuertes cremalleras estancas. Ponerte 20 Kg. de plomos, un chaleco de flotabilidad, la botella del aire, la cámara, unos guantes donde no hay tacto, y yo personalmente con más miedo que vergüenza, tirarme a estas negras aguas terriblemente frías. La primera sensación que siento es un frío atroz que se apodera de mis manos. Los guantes son sólo de dos milímetros de neopreno, para tener tacto y poder manipular todas las válvulas, resortes, y demás instrumentos. Sobre todo la gran máscara de comunicaciones que cubre toda la cara con un sistema de presión positiva constante. Tengo una sensación de angustia, es una pasada de cosas las que llevo encima, y debajo de mí, un gran negro.

Observo a mi alrededor, y es increíble y mágico ver el hielo por debajo. Hay nueve partes de hielo debajo del mar por una encima, y los pequeños témpanos que cruzan flotando son increíbles bajo el agua. Son de color verdoso y en algunas placas de hielo hay algas pegadas. Vemos focas, y a lo lejos los narvales, que no podemos distinguir debajo del agua, aunque perfectamente los grabamos en superficie.