Amigos os escribo desde los 4.750 metros de altitud.
Ya estoy en el campo III de 4.750 m, y ayer partimos desde el campo II a 3.750m, o sea que subimos un desnivel de mil metros hasta este punto.
El paisaje es espectacular, me daba la sensación de estar caminando por la luna; prácticamente es un desierto de altura, un pedregal de piedras pómez con los dos volcanes principales que nos flanquean a ambos lados. A la derecha el Mawenzi, espectacular volcán casi tan alto como el mismísimo Kilimanjaro, le separan apenas 200 metros, y a la izquierda ya vemos los glaciares y la cima del Kilimanjaro.
Pocos lugares son tan enigmáticos como este. Es una sensación extraña la de no ver mas montañas, no hay cordillera, solo alcanzamos a intuir la sabana tanzana y la sabana keniata. Estamos en la parte final de un gran islote solariego en la vieja África.
Aquí a los 4.800 metros de altura el viento y el frío es constante, además de la persistente niebla que nunca nos abandona; el conjunto hace que sea un lugar hostil y desagradable, pero lo compensa la extraordinaria belleza del entorno.
Ya podemos ver la punta Gillman, que se encuentra al final de una monótona pedrera muy resbaladiza que zigzaguea a través de una fuerte pendiente. Una vez alcanzada esta punta hay que continuar por una arista hasta un lugar llamado Stella Point, debajo de un gran glaciar, y desde allí hasta la cima. A priori nada complicado a no ser por la barbaridad de desnivel que hay que salvar desde el campo II hasta la cima, que según la organización del parque, obliga a realizar en tan solo 24 horas un desnivel total de 2.200 metros.
Me parece una salvajada para los montañeros que escogen esta ruta: la Marangu, o también apodada ruta de la coca-cola¨, que sin duda debido a su escasa dificultad técnica es la más visitada. Pero pienso que no calculan que el problema es otro: la altitud. ¡Amigos¡ que hablamos de una montaña gigantesca de casi 6.000 metros, y que además estos montañeros en su gran mayoría, por lo que vemos, ni siquiera tienen conocimientos de altitud, en algunos casos no llevan ni un simple analgésico para aliviar los frecuentes y pertinaces dolores de cabeza. Por poner un ejemplo, hemos tenido que dejar a unas amigas italianas nuestros plumas para poder intentar irse a cima, porque con su escasa y poco técnica indumentaria, se podían congelar.
Es muy normal ver hacia las 7 de la mañana como descienden las primeras victimas del Kilimanjaro sin conseguir la cima, y a cambio arrastrase hasta el campamento III donde nos encontramos. Algunos tenemos que hidratarlos y ayudarles pues están exhaustos. Aunque hay que decir que el porcentaje mas optimistas dicen que consiguen la cima un 50%.
No tiene ni pies ni cabeza esta manera de aclimatar en tan poco espacio de tiempo, y sin duda la respuesta se encuentra en que es tal el flujo de montañeros que se citan en esta ruta, y tan escasa las plazas en los refugios que si no hicieran esta barbaridad de programa (obligado), en el campo III se acumularían tantos montañeros que simplemente no cabrían.
Reflexión: si hemos pagado 650 $ por persona, solo de permiso, bien podrían invertir en plazas de refugio, de esta llamada ruta de la coca-cola, y de esta manera los montañeros con poca experiencia tendrían mas éxito y sobre todo se ganaría en seguridad, aunque también queda la otra opción: escoge una ruta más auténtica, salte del ruta de la coca-cola, tráete tu tienda de campaña y sube cuando te de la gana preparando tu programa de aclimatación adecuadamente.
Por lo tanto aquí nadie se puede quejar. Nosotros vinimos a ascender el Kilimanjaro adrede por esta ruta turística precisamente para grabar y ser testigos de las alegrías y los dramas de una de las rutas a una montaña de gran altitud más masificadas del mundo. De momento toda una experiencia.
Nosotros partiremos a las 3 de la madrugada en vez de las 12 de la noche, hora en la que sale todo el mundo. No hay necesidad de comerse el intenso frío de la noche, y por cierto somos de los poquísimos afortunados que han hecho una excepción con nosotros (porque insistimos muchísimo), y nos han dejado un día entero de aclimatación en el campo III, como debe de ser.
Estar atentos lectores que en la siguiente crónica os contare como nos fue por las nieves y cima del Kilimanjaro (si no surgen contratiempos).
Jesús Calleja desde las nieves del Kilimanjaro.